#2 - Pequeña princesa
Slayers Special #2 - Pequeña princesa |
A continuación podréis encontrar la traducción al español del segundo capítulo de la segunda novela de la saga Slayers Special, リトル・プリンセス (little princess).
La traducción está hecha directamente desde el japonés, usando como base los scans de la propia novela y utilizando para las imágenes todos los scans disponibles, tanto de su publicación original en la Dragon Magazine en Abril de 1991, así como su posterior recopilación en novela, tanto en edición física como digital.
Traducción, adaptación y revisión: shansito
para Lost Slayers – https://www.lost-slayers.net
Todo lo perteneciente a Slayers es © Hajime Kanzaka, Rui Araizumi, Kadokawa Shoten y otros, según proceda.
Pequeña princesa
—¡Guaaaahg...!
La mesa hizo un fuerte golpe y toda la comida que tenía encima salió volando cuando me levanté de repente de la silla donde me encontraba. No era un ataque. Alguien se había acercado apresuradamente hacia mí.
... maldita sea, una joven chica no puede pasar una tarde tranquila en un restaurante...
—Ay ay ay ay...
Algunos restos de comida habían saltado hasta el perpetrador. Que era una chica rubia. Diría que tenía mi misma edad. Y la altura y complexión parecían ser también las mismas. Por alguna razón me parecía una chica elegante. De las que en unos pocos años se volvería toda una dama. En cuanto levantó la cara, hizo un movimiento rápido... ¡y se sujetó a mis caderas!
—¡Ayúdeme, señorita!
Levanté la cabeza involuntariamente. La mayoría de trabajos que merecen la pena suelen comenzar con patrones así. Y, como esperaba, lo siguiente sería...
—¿Vas a darnos a la chica?
—Allá vamos...
El hombre, que estaba acompañado por algunos matones, me miró extrañado.
—¿Qué significa “allá vamos”?
—Ah, nada, nada...—dije, moviendo la mano.
Parecía ser un cazarrecompensas, o quizás simplemente un ladrón. Parecía ser bastante capaz, al contrario que los otros que tenía alrededor, ¡pero aun así, le quedaba mucho para poder enfrentarse a la guerrera y hechicera Lina Inverse! ¡En todo caso, en esta situación solo había una cosa que hacer!
POM POM POM
¡Empecé a dar patadas en el suelo junto a la chica!
—¡Aaaaargh! ¡¿Qué es eso de acercarte a la mesa de un desconocido y decir “ayúdeme”?! ¿Cómo puedes ir así por el mundo?
—¿Eh? ¿Eh?
Los perseguidores se habían quedado en blanco ante los acontecimientos.
—En este caso... supongo que entonces nosotros tenemos que ayudarte a ti...—dijo el hombre con voz confundida.
—¡Cállate! ¡No me digas lo que tengo que hacer!
La idea era romper el patrón y tratar de forzar un poco de “empatía”. También puede decirse que era “dar un vuelco a los acontecimientos”.
—No, bueno, es que... comportándote así, ¿qué se supone que debemos hacer...?
Miré al hombre con ojos desdeñosos, resoplando.
—... ah, no, no me estoy quejando... tan solo queremos llevarnos a la chica...
Seguramente podía notar que no estaba de humor. O tal vez es que tenía miedo. En cualquier caso...
—¡Flare Arrow!
Liberé el hechizo que había estado conjurando en voz baja, apuntando a sus pies.
—¡Aaaaaaaargh!
Les había hecho bajar la guardia para esto.
—¡Venga! ¡Ahora!
Agarré a la chica de la mano y salté sobre la valla del jardín-restaurante, corriendo a toda velocidad.
—¡De no haber fallado te los podrías haber cargado con ese hechizo.—dijo la chica en tono acusatorio.
—¡De eso nada! ¡No he fallado, lo he hecho a propósito!
—¡¿Por qué?!
—¡Quería cambiar de lugar!
—¡¿Y qué tenía de mal aquél sitio?!
—¡Si me hubiera quedado, habría tenido que pagar la factura!
—......
Como era de esperar, no dijo nada más.
—Por... fin... doy con... vosotras... señoritas...—dijo el hombre jadeando. No es que nos hubiese alcanzado por sí solo. Le dejé hacerlo.
Estábamos en un lote baldío alejado de la zona residencial. El suelo estaba cubierto de malezas y arbustos sueltos. Aunque pudiésemos armar mucho ruido, es poco probable que pudiéramos causar problemas a nadie.
El jefe de este grupo respiró fuertemente varias veces antes de seguir hablando.
—Escucha, lo diré solo una vez más. Si no quieres salir herida...
—Mega Brand.
Y así termino la pelea.
—... no sé qué hacer...—murmuró distraídamente.
Di un fuerte suspiro.
—Mira... no sé por qué esos tipos te estarían persiguiendo, pero deberías ser honesta y pedir ayuda a un oficial o algo así.
—¡Por favor espera!
Me llegó su voz cuando ya me estaba marchando. Miré por encima del hombro y vi frente a mí sus ojos azules.
—Por favor...—empezó a decirme con una profunda angustia, —¿podrías... ayudarme?
—No.
..........
Tras un momento de silencio, se giró hacia el horizonte y sacó de su bolsa un pequeño objeto envuelto en un papel aceitoso.
—Fufufu, ¿y qué tal ahora?
Me dio el objeto, que tenía el tamaño del puño de un bebé. Lo abrí y...
—¡¿Pero qué...?!
Era una esmeralda enorme. Era fácil crear algo así utilizando magia. Es lo que suele conocerse y venderse como “amuleto enjoyado”. Pero... ésta es... ¡no hay duda, era natural! ¡Y además pura e impecablemente pulida!
—... ¿cómo... cómo tienes algo como esto? —le pregunté mirándola a la cara.
—Pues... porque mi nombre...—bajó sus ojos un momento y habló con voz suave. —Mi nombre es Raymia. La única hija del gran mercader Marius...
Me quedé sin palabras. El gran mercader Marius... Marius Lindberg. Empezó desde la nada y ahora lidera un conglomerado con cientos de comerciantes. Es uno de los mercaderes más importantes de por aquí, de toda la Alianza de Estados Costeros. No era de extrañar que alguien como él pudiera tener una joya de este tamaño, pero su hija...
—¿Es... es verdad? —pregunté con voz ronca.
—Por supuesto que no. No seas tonta.
Le pegué una patada sin pensarlo.
—¡Espera, espera! ¡Te diré la verdad!
—¡Déjame!
Caminaba rápidamente pero aún me estaba siguiendo. Acabó poniéndose delante de mí y puso aires solemnes.
—Soy Raymia Ul Tulardia. Soy la hija del duque Tulardia, a quien el archiduque Ralteague le confió el territorio de la ciudad de Tyrell.
—Mentira. —apenas dije y seguí caminando.
—... oye...
Tras detenerse un momento, se puso delante de mí corriendo y me puso un medallón en la cara.
—Esta vez es verdad de la buena. Mira, mira. ¡El emblema de este medallón! ¡Mira, es auténtico! ¡Créeme!
—Hmmm...—murmuré y contemplé el emblema.
Era un exquisito trabajo de metalurgia hecho por un gran artesano, con un escudo estilizado donde se veían una pantera cornuda y algo que parecía una especie de pájaro blanco. La pantera cornuda representa el Ducado de Ralteague, el escudo por supuesto marca la protección, y el pájaro blanco es considerada la bestia que gobierna el Este de este país. En otras palabras, una prueba genuina de la tutela sobre el Este del ducado, la autoridad sobre Tyler.
—¿Y bien? —le pregunté con voz clara. —¿De dónde has sacado esto?
—¡Aaaaaah! ¡Por favor, créeme!
Parecía estar a punto de llorar. Qué le vamos a hacer, era aburrido seguir metiéndome con ella...
—... ciertamente parece que es el emblema real.
—Lo es ♥ lo es ♥—dijo asintiendo arriba y abajo como una niña, con la cara iluminada.
—Muy bien, muy bien, te creo. Eres la hija del duque Tulardia.
—¡Muchas gracias, señorita! —me dijo, dándome un abrazo.
... no sé por qué, pero creo que esta chica va a darme problemas...
Al parecer habían ocurrido sucesos turbios en el territorio. Escuchó los rumores justo cuando se disponía a volver a casa, tras pasar dos años en una residencia estudiantil en la lejana ciudad de Saillune. El anterior lord, es decir su abuelo, había caído recientemente enfermo, y su padre, que se convertiría en el siguiente lord, se estaba encargando temporalmente del gobierno.
Siguiendo la tradición de la familia Tulardia, la coronación tendría lugar cuando todos los miembros de la familia estuviesen presentes. Por tanto, la posición de lord estaría vacante hasta que llegue Raymia, pero...
Aparentemente alguien iba a aprovecharse de esto. Quizás sabotear sus movimientos y de alguna manera forzarla a pelear por ser la heredera, o quizás tomando su vida y obligando a su padre a retirarse... en cuanto recibió el aviso desde el centro de mensajes controlado por la Asociación de Hechiceros, comenzó su viaje. Le recomendaron que tuviese una escolta, pero no quería tener que esperar tanto tiempo, además que prefería moverse en solitario para despistar al enemigo. Lo cual es cierto. Si yo fuese quien estuviese detrás de estos planes, sin duda alguna intentaría colar a un asesino entre sus guardias.
—... vaya montón de...—murmuré rascándome la cabeza mientras la escuchaba hablar.
—¿Eh? ¿Cómo has dicho?
—No, nada, nada. En cualquier caso, has conseguido llegar hasta aquí a salvo, pero al final te ha descubierto quien sea que esté detrás de todo esto... ¿no es así?
—Eso es. Todo iba bien hasta ahora, pero...—dijo con frustración.
—Pero...—dije, empezando a tener un dolor de cabeza. —Si siguen con este patrón, ya sabemos qué hará el enemigo a continuación...
En otras palabras, contratar a un hechicero para enfrentarse a mí.
Un ruido vino de las copas de los árboles.
—¿Ha sido un pájaro? —dijo Raymia involuntariamente, girándose hacia mí.
—No. —le respondí, sin apartar la mirada del hombre que estaba delante nuestra, sonriendo.
Por el rabillo del ojo vi una sombra moviéndose entre la luz que se colaba entre los árboles. Para nada se trataba de un pájaro.
—Así es. No es un pájaro. —dijo el hombre.
Era el líder de los villanos de poca monta que habían estado persiguiendo a Raymia el día que la conocí. Para bien o para mal el hechizo no le había dañado mucho, y ya estaba totalmente recuperado.
—He contratado a alguien. Esta vez será muy diferente que con los matones. Sí... ¡es una hechicera igual que tú!
En cuanto terminó de hablar, ¡noté una presencia detrás nuestra!
—¡Ohohohohoho! ¡No tengo nada contra vosotras, pero se trata de la ley del más fuerte! ¡Sentíos orgullosas de morir a manos de la gran hechicera de este siglo, Naga la serpiente, que...! ¿eh? Pero si es Lina. ¿Qué pasa? Te has caído...
Ah... aaah... de alguna manera, logré recuperar las fuerzas y levantarme.
Aunque ya hacía un poco de frío en esta estación, de todas formas iba vestida con un traje de hechicera malvada que dejaba mucho a la vista. Se llamaba a sí misma mi gran y más poderosa rival, y me había desafiado varias veces, aunque siempre acababa dañándose a sí misma.
A pesar de que se hace llamar mi rival, recientemente me ha estado siguiendo a todas partes como si fuese una cría de pato (no, no es para nada adorable), me hace pagar por sus comidas, roba fruta de los puestos de comida y cuando un oficial la increpa ella simplemente dice “el nombre de mi tutora es Lina Inverse” (y eso que ella es mayor que yo) y otras cosas horribles.
... en conjunto es lo que llamaría un “ataque psicológico”.
Precisamente hace unos días me burlé de ella diciéndole que no tenía más dinero, a lo que me respondió “iré a conseguir algo de dinero” y desde entonces no la había visto... Cuando veo a gente haciendo esto, me pregunto si realmente no tienen dinero para viajar.
—¿Las... las conoces? —preguntó el asesino a Naga, pero ambas le ignoramos.
—¿Qué demonios estás haciendo? Maldita sea... si no tienes dinero, te puedo prestar un poco.
Naga se quedó pensando un momento, pero enseguida negó con la cabeza.
—¿Qué dices? ¡Para empezar, eres mi rival! Pero aparte de eso... ¡Lo sé! ¡Sé lo que intentas, Lina Inverse! ¡Es una estrategia para intentar ganarme con el dinero porque tienes miedo de mi habilidad! ¡Ohohohoho! ¡No caeré en tu truco! Además, por mucho dinero que fuese, ¡no se debe abandonar un trabajo una vez aceptado!
—... es una espléndida actitud...—dije entrecerrando los ojos.
La cara de Naga se tensó.
—Supongo que no nos queda otra que enfrentarnos.
—S... sí, Lina, te has metido en una buena, aha... ahahaha...—dijo sonriendo y moviendo una mano.
—Bueno, a veces hay excepciones. Pero suelo ser muy obstinada... venga, no pongas esa cara.
... en el fondo es débil mental.
—... esto...—empezó a decir el hombre, sintiéndose dejado de lado. —¿Y qué pasa entonces con mi punto de vista?
—... ya veo...—murmuró el hombre, que había sido atado por Naga. —Bueno, y... ¿oh?
El hombre miró hacia Raymia, que se encontraba a mi lado, sin saber muy bien qué estaba pasando.
—Tú... ¿no eres la princesa Raymia? De la familia Tulardia.
—¿Eh? —dijimos a la vez Raymia y yo.
—¿Cómo lo sabes?
Pero no pudo responder, ya que Naga se puso a hablar.
—Ajá... así que se trata de un tema de herencias. Es una situación bastante diferente de la que me contasteis, ¿no, Pail-san?
El hombre, Pail, se había quedado sin palabras, y a Naga le apareció una sonrisa tonta en la cara y se rió.
—¡Ohohohoho! ¡Lo sabía! ¡Me había dado cuenta de tus mentiras y por eso me alié con Lina! (mentira)
Aún así, ¿cómo es que Naga suele saber lo que pasa alrededor? Estoy segura de que tiene su propia red de informadores... a veces sabe cosas que yo desconozco, ¿será que existe algo llamado “Asociación de Ayuda Mutua de Hechiceros Malignos”?
—Por favor...
Cuando me quise dar cuenta, Raymia estaba hablando con Pail, que aún estaba en el suelo.
—Tienes que decírmelo... la causa de este incidente... ¿quién te ha pedido que me ataques?
Tras escuchar la pregunta, el hombre se giró.
—¿Podrías responder? —dije, acercándome.
—Ésta es también una de mis especialidades...—le dijo Naga al hombre con una mirada seria. Fue tan genial que hasta daba miedo.
—Ah... no... ¿esto no será... por un casual... tortura?
Raymia se llevó las manos a la boca, con una expresión atemorizada.
—Solo si este hombre no responde honestamente. —dijo Naga con una sonrisa.
El color desapareció de la cara de Raymia.
—Ah... pero... no le hagáis nada demasiado terrible...
—Eso depende de él. —dije.
Por supuesto no me gusta utilizar métodos como la tortura, aunque dependiendo de la situación, es posible usar métodos despiadados como poner gusanos en la espalda del enemigo, o hacerle cosquillas en el costado.
—Pero... bueno, al menos por favor meted algo de gravilla en su boca y pisadle las mejillas, o cortadle el estómago y metedle dentro un reptador de ácido, o algo así...
... esta chica es un demonio...
—¡Ohohohoho! ¡En ese caso déjamelo a mí, Naga la serpiente!
Mientras reía como una loca, sacó de algún lado un cuchillo. La hoja era alargada, curva y estaba muy afilada, se podía ver que era un cuchillo especial.
—Veamos...
Acercó la hoja plateada y la puso junto a las mejillas de Pail.
—Ahora responderás con calma nuestras preguntas... o si no...—dijo con voz suave.
—Vaya...—susurró Raymia llevándose las manos a la boca. —Qué anodino...
—¡¿Es que quieres un baño de sangre?! ¡¿Qué es lo que te enseñaron en Saillune?!
—Pues...
Pero en el momento en el que nuestra atención se desvió de Naga y Pail... ¡Naga dio un grito!
—¡¿Qué?!
Me giré y... estaba tirada en el suelo, con el pelo negro y la capa arrastrándose por el suelo.
—¡Naga! ¡Aguanta, Naga!
La agarré y la sacudí suavemente. El cuchillo cayó de su mano. ¡No! Miré a Pail, que aún estaba atado.
—... ¿eh?
Giró su cara hacia mí con una mirada vacía. Su mejilla izquierda, donde Naga había colocado el cuchillo, tenía un corte limpio del cual manaba sangre.
—... ¡¿qué le has hecho?!
—... ¿cómo que qué...?
—¡No te hagas el tonto! —grité. Pero no iba a dejarla para acercarme a él. Ni siquiera sabía qué mano había utilizado para dañar a Naga. Era peligroso acercarse sin cuidado.
—Ah, parece que ya se está despertando.
Al escuchar la voz de Raymia bajé la mirada, Naga estaba parpadeando y gimiendo un poco en mis brazos.
—... uh...
Terminó de desperezarse mientras movía la cabeza.
—¡¿Qué demonios ha pasado?! —pregunté. Por supuesto aún no había perdido de vista a Pail.
—Ah... aah... no te lo había dicho...—empezó a decir mirando a Pail, pero enseguida apartó la mirada. —Me... me desmayo cuando veo sangre... como soy tan delicada...
Aaaaaaaaaaaaah
—Entonces, ¿no sería mejor que no usaras un cuchillo?
—Tch, tch, tch... eres muy ingenua, princesa Raymia. En esa situación no quedaba otra o no sería creíble. Pero no calculé que me resbalaría y le acabaría cortando la mejilla... ¿qué pasa, Lina? Tienes la cabeza como caída.
¡No era nada! Pero ya no tenía ni las fuerzas para gritar.
—....ah...
No fue hasta algo después que recuperé la compostura y sentí la necesidad de continuar con el interrogatorio.
—El que te ha pedido que te encargues de esto...
Al escucharme, el hombre giró la cabeza, con una sonrisa socarrona.
—Bueno... no le conocí en persona. —dijo dándose aires de importancia.
—Por favor, responde. —dijo Raymia con ojos llorosos y poniendo ambas manos delante de su pecho. —Si no lo haces... tendremos que perforarte los tímpanos con una aguja, o arrancarte el pellejo de la tripa y echarte sal...
... quizás lo mejor sería que nos deshiciésemos de la chica pronto... en cualquier caso decidí ignorarlo por el momento y me quedé mirando al hombre fijamente un tiempo.
—El culpable es el ministro, ¿no?
La cara de Pail cambió de repente.
—¿Qué... ? ¡¿Cómo lo has sabido?! ¡Claro! ¡Me las leído la mente!
Me quedé sin palabras un momento.
—¡Increíble, Lina-san!
—Fu... nada mal, Lina. Como era de esperar de alguien que se hace llamar mi rival.
Naga y Raymia estaban impresionadas.
... lo cierto es que fue poco más que suerte, simplemente pensé “como están siguiendo el patrón tal, entonces el siguiente paso sería...” y ha acabado siendo verdad... es un poco frustrante.
—Pero... ese ministro sospechoso ha hecho algo tan terrible...—murmuró Raymia con cara triste. —Cuando vuelva a casa, haré que maten a toda su familia...
—Creo... creo que estás pasando un poco...—dijo Naga con cara resentida.
Raymia se quedó estupefacta un instante.
—Ah, ¿no sabes que estoy de broma? Te estarás haciendo mayor.
Naga le dio una patada en las sienes.
—Hoho...
—Toda una gran bienvenida...
Tanto Naga como yo sonreímos irónicamente a la vez.
Había rocas escarpadas dispersas por el extenso páramo, con apenas unas pocas malezas verdes. El suelo tenía una calidad diferente, y más allá había un pequeño bosque. Y tras el mismo, la ciudad de Tyrel. Entre el bosque y nosotras, había unos cuarenta o cincuenta hombres con armaduras completas.
Pail-kun, al que habíamos capturado el otro día, aprovechó un momento que dejamos de mirarle para escapar, seguramente por eso sabían que veníamos. Era un número considerable como para controlar una ciudad pequeña, pero no los suficientes como para que Naga y yo no pudiéramos encargarnos.
—Bueno, entonces ánimo. —dijo Raymia con voz agradable.
—¡Déjamelo a mí! Me los cargaré de un solo golpe y seguiremos hasta la ciudad.
—¡Ohohohoho! ¡En ese caso déjaselo a Naga la serpiente! Últimamente me habéis estado subestimando, ¡así que os mostraré de lo que es capaz mi poder!
Ugh...
Miré a Raymia, que estaba aplaudiendo, y fruncí el ceño.
—... ¿qué ocurre, Lina? Esa cara...
—No me gusta.
Pensé que respondería con fiereza, pero simplemente sacó pecho.
—Ohohohoho, parece que no te gusta que sea tan activa.
—Así es. —dije honestamente.
Sus mejillas temblaron un instante, pero siguió hablando pretendiendo estar calmada.
—Fufu... no por nada eres mi rival...
No lo soy. Ni mucho menos.
—No te entrometas. Ahora te enseñaré el hechizo que he estado investigando.
... ¿investigando? ¡tiene que estar de broma!
—¡No! ¡Por favor! ¡Cada vez que intentas mostrar tus habilidades acaba siendo una mala experiencia!
—¡Cá... cállate! ¡Quédate ahí y mira! —dijo, comenzando a caminar.
—Parece que todo llega a su fin. —dijo un hombre que estaba al frente de los demás.
Esa voz... ¡Pail! No podía verle la cara por el casco que llevaba, pero había estado esperando pacientemente a que dejásemos de hablar.
—¡Esta vez estoy preparado! ¡Envuelto en esta armadura mágica que bloquea todos los ataques mágicos, no tengo miedo de vuestros hechizos!
¡¿Armadura mágica?!
Le eché un vistazo a la armadura que estaba llevando...
—Vaya... es una buena imitación.
—... ¡¿eh?! —dijo Pail con voz estúpida.
—Imagino que te la vendería algún mercader con pocos escrúpulos... se aprovechó de ti.
—... eso parece.
—Sí.
Era de esperar. Para empezar, si fuese verdad la mentira tan descarada que hasta Pail-kun y los demás deberían haberse dado cuenta de “una armadura capaz de bloquear toda la magia”, tanto los mazoku como los hechiceros nos quedaríamos sin trabajo.
Mientras pasaba todo esto, Naga había terminado de conjurar su hechizo.
—¡Vu Raywa!
BOOOM
Cuando mencionó las “palabras de poder”, ¡incontables rocas comenzaron a moverse!
—¡¿Qu... qué?!
Los asesinos entraron en pánico.
Las rocas rodaban, se chocaban unas con otras y poco a poco fueron cambiando... hasta que adoptaron una forma concreta. Era de varias veces el tamaño de una persona... ¡¿un dragón?! ¡Una docena de dragones rugiendo a la vez hacia el cielo!
Los asesinos salieron corriendo. Y de repente ¡resonó la loca risa de Naga!
—¡Ohohohoho! ¡Este hechizo de alto nivel usa la intervención de Bephimos para transformar un montón de rocas en dragones y hacer que espíritus de nivel bajo los posean y se conviertan en golem de roca! ¡Disfruta de esta técnica única de Naga la serpiente!
—... eso está muy bien, pero...—dijo Raymia, apuntando a uno de los “dragones de roca”. —¿Se supone que eso es un dragón?
........
Naga se quedó sin palabras. Y me aproveché un poco.
—Es verdad. Las articulaciones están invertidas, y no sé si las caras son de mono o de qué... no será que... ¿la parte inacabada de este hechizo se debe a tus dotes de diseño?
—¡Ca... cállate! ¡Deja de quejarte de las técnicas de los demás! ¡No es que esté inacabado, es que no los puedo controlar!
BINGO
—... Naga... ¿qué es... eso que has dicho?
—No, nada... no me hagas repetirlo.
—... oye...—dijo Raymia señalando hacia la espalda de Naga. —Están... fuera de control...
—Vaya... es verdad...—murmuró Naga distraídamente.
Los asesinos ya habían salido corriendo, y los dragones de roca (falsos) creados por Naga estaban avanzando por el páramo, haciendo temblar la tierra.
—No pasa nada. —dijo Naga girándose y levantando el dedo índice.
Noté como una gota de sudor le caía por la mejilla.
—Por allí está la ciudad de Tyrel.
—¡Aaaaaaaaaaaah!
Raymia dio un grito algo exagerado.
Y así... la batalla terminó con el sol poniéndose.
—Así acaba...
—¡Aaaaaaaaaaaah!
—Sí... por fin...
Estábamos en lo alto de una colina desde la que se veía la ciudad de Tyrel, con el sol del atardecer.
—Bueno... qué puede decirse...
—No puede hacerse otra cosa...
—¡Aaaaaaaaaaaah!
Con Raymia agachada a nuestro lado gimiendo, estuvimos contemplando con toda la calma que podíamos cómo la ciudad de Tyrel quedaba hecha pedazos, poco a poco, hasta llegar a ser un tercio de su tamaño original.
Los dragones (falsos) creados por Naga la habían destrozado mayormente, no recibiendo demasiado daño de cuando Naga y yo tuvimos que encargarnos de los dragones (falsos) (creedme por favor).
—¡Ya... ya sé lo que podemos hacer! —dijo Naga dando una palmada, ocurriéndosele algo. —Escucha, Raymia. ¡Podemos decir que el ataque de los dragones fue cosa de los subordinados del ministro que iban tras de ti!
—¡Vaya, muy buena idea! —dije inmediatamente (culpable).
—Es... está bien, vamos. —acabó diciendo Raymia con ojos brillantes, aunque pensaba que se negaría.
No sabía muy bien por qué, pero ¡tenemos una cómplice!
—¡Eso significaría que hemos salvado la ciudad además de rescatar a la princesa!
—¡Seremos las heroínas de la ciudad! ¡Heroínas!
—Lo que significa que además de la esmeralda de antes, ¡habrá otras recompensas! —dijo Naga, ya olvidando lo que había pasado antes.
—Bueno, eso pasaría si realmente fuese una princesa.
GUH
Naga y yo nos quedamos tiesas ante su sonrisa.
—¿Qu...?
—¿Qué... acabas de decir?
—¿De verdad os lo habíais creído? ¿Que yo era la auténtica princesa Raymia?
—Pe... pero... pero...—intentaba decir Naga, abriendo y cerrando la boca.
—¿Habéis visto a la verdadera? Yo solo me parezco a ella.
Nos habíamos quedado sin palabras.
—Por muy buena que fuese la idea, ¿creéis que la princesa auténtica hubiera viajado sola? Usad la cabeza. Incluso si hubiera querido, la gente de su entorno no lo hubiera permitido. Yo soy solo un señuelo para atraer la atención de los asesinos.
—Ah...
—Eso...
Naga y yo nos miramos y sonreímos a la vez.
—Por eso no creo que haya recompensas. Bueno, pero si se sabe la verdad me castigarán severamente, así que si no os importa mentir por mí y...eh... oye... ¡¿qué?!
Debería darnos las gracias de que solo la tirásemos al suelo.
Moraleja: si lo piensas, todo es culpa de Naga...
Pequeña princesa - FIN |