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atogaki
#5 - El castillo de Elsia
Slayers Special #1 - El príncipe de Saillune

A continuación podréis encontrar la traducción al español del quinto capítulo de la primera novela de la saga Slayers Special, エルシアの城 (Elsia no shiro), donde finalmente se relata la primera aventura que Lina y Naga viven conjuntamente.

La traducción está hecha directamente desde el japonés, usando como base los scans de la propia novela y utilizando para las imágenes todos los scans disponibles, tanto de su publicación original en la Dragon Magazine de Octubre de 1990, así como su posterior recopilación en novela, tanto en edición física como digital.

Traducción, adaptación y revisión: shansito
para Lost Slayershttps://www.lost-slayers.net

Todo lo perteneciente a Slayers es © Hajime Kanzaka, Rui Araizumi, Kadokawa Shoten y otros, según proceda.

 

El castillo de Elsia

¡BOOOOOOM!

Mi Drag Slave impactó en las proximidades del lago, junto a los blancos muros del castillo, donde se encontraban el malvado hechicero A y sus subordinados, un ejército de criaturas no-muertas, acabando con todos al instante. Tehehe. Ha sido un trabajo fácil.

—¡Eeeeeso es todo ♥! —dije dándome la vuelta y guiñando el ojo.

Detrás mía se encontraba el duque Elsia junto a un grupo de caballeros, y también estaba ella. Todos se habían quedado mirando con la boca abierta, sorprendidos por mi gran poder mágico. La pequeña corona del duque, hasta hace poco bien colocada en su cabeza, se había ido deslizando poco a poco. La base del acantilado se derrumbó, cayendo en dirección al lago y haciendo desaparecer el castillo bajo los escombros. ¡Todo un logro!, pensé mientras hacía el símbolo de la victoria.

—Tehehe, ¡ésta es la clase de trabajo que hace la guerrera y hechicera Lina Inverse, para lo que nada es un problema! ¡Es una completa y fabulosa victoria!

—¡¿Qué es lo que has hecho?! —gritó el duque Elsia detrás mía.

 

—¡Aaah! ¡El mundo es un sitio absurdo! ¡He hecho el trabajo a la perfección! —dije, tomándome una jarra entera de un solo trago y poniéndola en la mesa con un estruendo.

—No reemplaces tu locura con lo absurdo del mundo. —dijo la chica que estaba sentada enfrente mía, tomándose también una jarra de un solo trago y colocándola en la mesa.

Las dos pedimos que nos volvieran a llenar las jarras. Lo cierto es que yo solo estaba bebiendo zumo. Pero lo que había en su jarra era alcohol de bastante alta graduación. Bebía al mismo ritmo que yo, sin que ello le afectase en absoluto.

—Lo que es absurdo es absurdo.

—¿Es que no tienes sentido común?

—No creo que tú seas precisamente la mejor persona para hablar de sentido común con esas pintas que llevas. —le dije mientras miraba su atuendo, que apenas le tapaba nada.

—Vaya unas cosas que dices, pequeñaja.

—Al menos no soy alguien a quien todos los nutrientes le van a los pechos en vez de al cerebro.

—¿No será que yo no tengo tanto pecho sino que tú tienes muy poco?

Argh.

Menudo dolor me dio en ambas sienes.

—Vaya unas cosas dices.

—Ohohoho...

—Fufufufu....

Nuestras miradas se cruzaron sobre la mesa. Sin poder aguantar más la atmósfera tan cargada, otro cliente se marchó del restaurante. El dueño no podía hacer otra cosa que rascarse la cabeza.

Desafortunadamente, para este trabajo había acabado formando un dúo, pero ya la conocía con anterioridad. Se la conocía como “Naga la serpiente”. Es mi mayor y más temible rival. O al menos eso dice ella misma. Para mí no lo es (... ni siquiera sé qué decir al respecto...). La única persona que podría ver como mi rival en este mundo sería mi hermana. Aunque no creo que ella lo vea así...

Lo cierto es que ya me he enfrentado a Naga en varias ocasiones, e incluso admití la derrota en una ocasión. Pero ahora tenemos un problema con un trabajo en concreto.

Parece ser que hace cosa de un mes un hechicero con una horda de muertos vivientes atacó el castillo del duque Elsia, conocido como el castillo Lantus, que es pequeño pero era conocido por su aspecto hermoso. Un incidente de lo más típico. Al parecer el castillo no estaba equipado con suficientes tropas y cayó fácilmente en manos del hechicero. El duque Elsia logró escapar de alguna manera, junto con un grupo de caballeros, y deseaban ardientemente derrocar al hechicero, pero con sus pocas fuerzas no podían hacer nada. Si le pedía ayuda al rey éste le enviaría un ejército, pero eso sería como admitir su inutilidad a lo largo y ancho del país. Y si no es lo bastante bueno, podría incluso acabar perdiendo su posición como lord.

Así que decidió pedir ayuda a un par de hechiceras que estaban de paso. En otras palabras... a Naga y a mí. La tarea que recibimos era “derrotar al hechicero y a su ejército de muertos vivientes”, pero...

 

—¡¿Desde cuándo hacer saltar por los aires el castillo de tu oponente es de sentido común?!

—¡Es lo lógico! —dije inflando mis mejillas. —Duque Elsia, cuando hiciste el contrato no dijiste nada de “no poder hacer saltar por los aires el castillo”...

—¡Porque no hace falta decirlo, es lo normal! ¡Es de sentido común!

 

Había estado balbuceando y Naga acabó golpeando la mesa.

—Gracias a eso, el lord estaba tan frustrado que acabó diciendo “no pagaré la comisión hasta que no me encuentres un castillo de reemplazo”... ¡y gracias a eso ahora estoy en un tremendo lío! Encima me enteré que tendría un compañero para este trabajo cuando lo acepté, pero... ¡si hubiera sabido que serías tú no lo hubiera aceptado!

—¡Ni yo tampoco!

De nuevo la atmósfera estaba demasiado tensa. Decidí que tenía que ser yo quien cambiase esta situación. Suspiré fuertemente apartando la mirada de ella.

—En cualquier caso, está claro que nada se arreglará quedándonos aquí. El problema es que está claro que no podemos construir todo un “castillo de reemplazo”... en ese caso, no que da otra opción que encontrar algún otro viejo castillo que o bien no esté habitado o hacernos con el castillo de alguien...

—Se lo quitarías a alguien...

—Si se lo quitamos a alguien malvado no habría problema, ¿no? En todos los países la ley está clara, “los villanos no tienen derechos humanos”.

—No sé, no sé...

Jamás reconocería los derechos humanos de gente que ignoran los derechos humanos de otros... Pero bueno, no tenía sentido discutir con ella por eso.

—En cualquier caso, no he oído nada de ningún grupo de bandidos que tengan su escondrijo en algún viejo castillo por aquí...

—Ah, yo sí que conozco algo así.

—¡¿De verdad?!

Naga asintió en silencio.

—Pero... no es un grupo de bandidos, sino un hechicero.

 

—Aquí es. —dijo Naga deteniéndose.

—¿Aquí...?—dijo el duque Elsia con voz insatisfecha, sujetándose la corona con las manos para que no se le cayera. Los caballeros que le acompañaban tampoco parecían muy satisfechos.

Bueno, creo que era comprensible. En las montañas a cierta distancia de la ciudad, en una zona cubierta por densa vegetación, se encontraba un robusto castillo de piedra negra, cubierto de moho. No sería un mal sitio para una guarida de bandidos, pero tal vez no fuese tan bueno para un lord y sus caballeros.

Según Naga, el hechicero fue investigado hace unos 10 años por aparentemente llevar a cabo cuestionables experimentos humanos en cierto país, marchándose de allí y asentándose aquí. No tengo ni idea de cómo sabe todo esto. Imagino que tiene una red de informadores de la que no sé nada.

—... aunque algún rey de algún país me concediera como broma el título de lord, ni se me ocurriría asentarme en un castillo así...—murmuró para sí mismo el duque Elsia.

—Bueno... no se ve muy parecido a vuestro anterior castillo, eso es verdad...—dije. —Pero... éste parece ser el único castillo que queda libre en este territorio. Pero si decís “no me gusta este castillo, construidme otro” me enfadaré.

—Hmm...—murmuró el duque, mirando a sus caballeros. Sus caras mostraban una clara insatisfacción. —Bueno, supongo que no hay más opción... restaurándolo seguro que tiene mejor pinta. —dijo en un tono más para convencerse a sí mismo, mientras se recolocaba la corona.

Asentí con la cabeza.

—Entonces está decidido. Bien, vamos, Naga.

—Sí.—asintió y caminó a mi lado.

El duque Elsia y sus caballeros nos seguían de cerca.

Nos detuvimos en mitad de un fuerte olor verdoso. Como era de esperar, el castillo contaba con portero. Cinco esqueletos y tres ghouls.

—Otra vez muertos vivientes...—murmuró el duque Elsia, escondido tras unos arbustos.

—A mí tampoco me gustan. Los zombis están podridos y apestan en verano, los ghouls son sucios, y los esqueletos son desagradables...

Naga miró hacia el duque Elsia, que había empezado a murmurar otra vez, con una mirada molesta. Bueno, puedo entender por qué el duque odia a los muertos vivientes, pero tampoco me gusta que haya nadie murmurando a mis espaldas.

En otro orden de cosas, hay una buena razón por la que los hechiceros usan tan frecuentemente a muertos vivientes para proteger sus casas o lo que sea. Por un lado, es fácil pensar que el coste es irrisorio. Si visitas un cementerio o un campo de batalla, habrá incontables cadáveres por todos lados. Si algún espíritu menor los posee, o si un gusano de muerte los parasita, entonces tendrás un zombi. Por supuesto, no requieren comida, mantenimiento ni costes de trabajo. Con solo el coste de fabricación, pueden ser utilizados hasta que toda la carne de su cuerpo se pudra (no quiero ni imaginarlo) y dejen de moverse. Menuda peste. Si eso ocurre, se le puede pedir a un espíritu menor que posea sus huesos y usarlos como esqueletos. ¡Eso es lo que llamo un uso excelso de los huesos!

Aún así, sean zombis o esqueletos, tienen la desventaja de que solo pueden aceptar órdenes muy simples y que no requieran mucha habilidad. Si te equivocas dando órdenes, no servirán de nada. Un hechicero que atacó un castillo con un ejército de cien esqueletos les ordenó que “destruyeran todo lo que se moviese dentro del castillo”, y en cuanto atravesaron el portón del castillo, los esqueletos empezaron a atacarse unos a otros, así que se acabaron destruyendo entre ellos. Este patético episodio es bastante conocido entre los hechiceros.

Menudo hechicero idiota hay que ser.

Para trabajos algo más flexibles se utilizan ghouls. Si los alimentas bien y no dejas que se pudran demasiado, pueden impedir que se vuelvan demasiado lentos, y por supuesto son muy leales. Aunque no es algo a lo que pudiera acostumbrarme... una vez que visité la casa de cierto hechicero, los ghouls que hacían las veces de sirvientes se rieron de mí, y estuve a punto de hacerlo saltar todo por los aires con un hechizo de ataque.

—Pero... estos guardias son problemáticos... en caso de emergencia, los esqueletos se encargarán de los intrusos mientras que los ghouls irán a llamar a los refuerzos. ¿Cómo se actuaría entonces?

Ante las palabras del duque Elsia, Naga y yo asentimos a la vez y nos miramos la una a la otra.

—Después de todo... ya que ahora trabajamos conjuntamente, hay una única estrategia que deberíamos tomar.

—Es... ésa, ¿verdad? —dijo Naga, sonriendo.

En otras palabras... ¡el descaro!

... aunque no sé qué dirían otros.

 

Los ghouls sujetaron firmemente las lanzas. Los esqueletos levantaron lentamente las espadas. En respuesta a las dos mujeres que se estaban acercando al portón del castillo. Por supuesto, éramos Naga y yo. No sé cómo sería para los esqueletos, con su casi total falta de entendimiento, pero desde la perspectiva de los ghouls, deberíamos parecer simplemente dos mujeres caminando y charlando. Ciertamente se miraban y sonreían mientras caminaban, pero no estaban hablando precisamente de los chismorreos del vecindario. Estaban conjurando hechizos de ataque en voz baja.

—... bueno, va siendo hora.

—Sí, vamos allá.

Las dos se detuvieron y lanzaron a la vez los hechizos que estaban conjurando.

—¡Fireball!

—¡Freeze Breed!

... ¿oh?

La bola de luz roja que yo había lanzado y la bola de luz azul de Naga cambiaron sus trayectorias, como atrayéndose la una a la otra, quizás debido a alguna interferencia mutua, y antes de llegar a la altura del portón, chocaron entre ellas. Ambas luces desaparecieron, dejando tras de sí apenas un pequeño sonido.

—.........

—.........

Las dos nos quedamos paradas. Claro, cuando magia de fuego y magia de hielo chocan por un casual, ocurre así. ¡Pero no era momento de estar impresionada!

—¡Es culpa tuya por usar hechizos raros! —gritó Naga.

—¿¡Pero qué?! ¡Eso tendría que decirlo yo! ¡Los hechizos de hielo son malos para la economía! —respondí a voces.

—¡¿Qué estás diciendo?! ¡Un hechizo helado es mucho más bonito en verano! ¡Un hechizo llamativo no es una buena idea!

—¡Dejadlo ya, idiotas! —gritó el duque Elsia al mismo tiempo que nos daba una patada. Tanto Naga como yo dimos contra el suelo.

—Ay ay ay... ¡¿qué estás haciendo?!

—¡Nada de “ay”! En vez de eso, ¡hay que hacer algo con ellos!

Cuando miré al castillo, los ghouls se habían retirado y los cinco esqueletos se nos estaban acercando, espada en mano. Ya veo. No es momento de discutir. Naga y yo nos dirigimos de frente hacia los esqueletos.

—Es culpa tuya por quejarte, ¿sabes? —dije susurrando adelantándome.

—Estabas montando un escándalo.

Iba a responder, pero decidí dejarlo.

—... mejor que lo dejemos, o nos llevaremos otra patada del lord.

—... es verdad.

Ambas empezamos a conjurar un hechizo a la vez.

—¡Dam Brass!

Esta vez, nuestras voces se encontraban en perfecta harmonía. Dos de los esqueletos quedaron destruidos con un solo golpe. Aunque los otros tres no mostraron signo alguno de estremecerse (lo cual es normal, puesto que no tienen emociones) y continuaron acercándose.

—¡Dejádnoslos a nosotros!

Los caballeros del duque Elsia se pusieron en medio.

—¡Quedáos atrás! ¡Es difícil derrotar a uno de estos con una espada!

Pero para cuando terminé de gritar, ya era tarde. Los caballeros ya habían cruzado espadas con sus enemigos. Uno de los caballeros hizo un tajo a la cabeza de uno de los esqueletos con su espadón. La calavera quedó inclinada hacia un lado en un ángulo poco natural... y eso fue todo. En un instante volvió a su posición original y continuó atacando como si nada hubiera pasado.

—¡Vaya! ¡Nuestras espadas no sirven!

—¡Es lo mismo que la otra vez!

Aaargh. ¡¿Es que no sabéis lo que es “meditar”?! ¡Menudos caballeros son estos! Creo que... ya puedo entender cómo tomaron el otro castillo tan fácilmente. Pero ahora, si utilizo un hechizo, también dañará a los caballeros.

—¡Dejádmelo a mí! —dijo Naga, empezando a conjurar un hechizo.

... no estaba muy segura, pero creo que Naga lanzaría por los aires a los caballeros también...

—¡Megido Flare!

¡Vaya!

Al conjurar el hechizo, unas llamas carmesíes envolvieron a los caballeros y a los esqueletos. Los esqueletos se derrumbaron al instante. Los caballeros gritaron sin poder contenerse.

—¿Y esto? ¡Se siente cálido!

 

Megido Flare... es un hechizo de magia blanca utilizado por los sacerdotes de más alto nivel. Suaviza la malicia y la hostilidad, y aleja a los espíritus menores malvados. Por supuesto, no afectaba a los caballeros. En todo caso notarían una curiosa sensación, al ver eliminada su malicia y su sed de sangre. Nunca pensé que una chica con pintas de hechicera malvada sería capaz usar un hechizo así...

—Nada mal, Naga.

—Hehehe.

Naga levantó el pulsar y me sonrió. Y entonces...

—¡No nos sorprendas así, idiota! —gritó de repente el duque Elsia. Era un lord con muy mal genio. También lo eran los caballeros, debe ser un trabajo muy duro.

—¡Hechiceras! ¡Allí! —gritó uno de los caballeros.

Cuando miré, vi docenas de esqueletos y zombis viniendo desde el portón del castillo.

¡Ah! ¡Vaya faena!

Mientras conjuraba un hechizo abrí los brazos a izquierda y derecha, y dirigí la palma de mi mano derecha en dirección hacia los muertos vivientes.

—¡Dis Fang!

La sombra que hacía mi cuerpo en el suelo se alargó de un modo antinatural. O mejor dicho... del interior de mi sombra apareció otra sombra con el aspecto de un enorme dragón. Se dirigió en un instante a través de la tierra hacia adelante, abriendo sus fauces y cerrándolas sobre las sombras de los muertos vivientes.

En ese momento... los huesos de los esqueletos se rompían y eran arrancados trozos de la carne de los zombis. Las partes destrozadas coincidían con la zona de la sombra de los enemigos donde el dragón de sombra les había mordido. Mordiscos aparecían en la carne de los zombis. Y el sonido de masticar no era muy placentero. En un instante toda la banda de muertos vivientes había sido destruida.

—Retrocede, dragón de sombra.

A mi orden, mi sombra recuperó su forma original.

—Tampoco lo has hecho nada mal. No por nada eres mi rival. —dijo Naga.

Pero... es que aunque digas eso... no eres mi rival...

 

El grupo entró en el castillo.

Derroté al grupo de muertos vivientes enfrente del portón y observé la situación por un momento, pero no parecía haber más movimiento. Posiblemente sabían que pelear fuera de los muros no servía de nada y estarían planeando atraernos al castillo para derrotarnos dentro. ¡Pero, da igual el plan que tengas, derrotar a Lina Inverse es imposible! Si llegase el momento, incluso haría saltar el castillo por los air... ah, no. Esta vez no puedo hacer eso.

En cualquier caso... delante de nosotros se encontraba el gran salón del castillo. Unas escaleras llevaban a la segunda planta al otro lado. En cuanto entramos al salón, una puerta bajo la escalera se abrió y salieron unos zombis.

—¡Ohohohohoho! —empezó a decir Naga a voces, poniendo sus manos en sus caderas. —¿No pensarás que puedes derrotar a “Naga la serpiente” con apenas esto! ¡No importa cuántos zombis pueda haber, cinco, diez...!

......

—Diez, o veinte...

......

—Treinta, o cuarenta...

......

—Heh...

Con una pequeña sonrisa, Naga se giró hacia mí y me tocó en el hombro.

—Lina, te lo dejo a ti.

... ¿pero qué...?

La cosa es que, aunque sean simplemente zombis, no puede hacerse como con fuera del castillo y usar hechizos indiscriminadamente. Sería realmente problemático si alguien se cruzara por delante mientras estuviese utilizando un hechizo.

—Huh... supongo que no queda otra.

Conjuré un hechizo y apunté con mi mano al techo.

—¡Dam Brass!

Parte del techo quedó hecho añicos y cayó al suelo. Conjuré mi siguiente hechizo y agarré a Naga. Era la técnica “Levitation”. Mientras flotaba por el aire con Naga entre mis brazos, grité al duque Elsia, que estaba abajo.

—¡Dejadnos los enemigos de arriba a nosotras!

La cara del duque cambió de repente.

—¡U... un momento! ¡¿Lo que estás haciendo no es “abandonarnos y seguir adelante”?!

—¡Claro que no! —dije claramente. Aunque pudiera tener razón. Pero no iba a reconocerlo. Ignorando al duque Elsia, que seguía gritándonos, continuamos hacia la planta superior por el agujero hecho con el Dam Brass.

Quinta planta, planta superior.

La habitación del hechicero debía estar aquí. Lo cierto es que no había sido fácil llegar ahí desde la segunda planta. Imaginaba que los zombis de la primera planta serían la fuerza principal, pero no, qué va, era indignante. Zombis, ghouls, esqueletos, venían uno tras otro. Bueno, si acaso, sólo había muertos vivientes. ¿Es que no había nada más? ¿Dónde estaba el hechicero? Supongo que todo esto sería para agotar nuestras fuerzas.

Es cierto que aunque apenas son zombis, si hubiésemos tenido que encargarnos de todos, apenas nos hubiera quedado fuerza para lanzar un pequeño Fireball cuando nos tocase enfrentarnos al señor del castillo, el hechicero que los controla a todos.

Atravesamos los muros y los techos de la misma manera que lo habíamos hecho en el piso inferior, pudimos así superar a todos los zombis y finalmente llegamos allí.

—Bien, pues...

—¡Adelante!

Naga y yo abrimos la puerta a la vez de una patada. Había cuatro grandes figuras en un innecesariamente gran espacio poco iluminado.

Lanzamos hechizos las dos a la vez. Yo un “Flare Arrow”, y Naga un “Freeze Arrow”. Cada una apuntamos a una sombra diferente. Los hechizos golpearon las sombras, y por un momento las llamas hicieron que se viese lo que era la sombra. ¡Golems de roca! Como era de esperar, los hechizos tuvieron poco efecto.

Al mismo tiempo, con esa luz momentánea, pude ver la sombra de una persona sentada en el trono al fono de la habitación. Ése debía ser el hechicero que buscábamos. Por el momento no tenía intención de derrotar al hechicero. Incluso aunque ahora lanzase un hechizo contra el trono que acababa de vislumbrar, y consiguiese acabar con él, los zombis seguirían la orden de seguir atacando. Primero había que conseguir que el hechicero malvado cancelase la orden a sus subordinados, aparte que, por mucho que sea un hechicero malvado, sería demasiado impetuoso venir aquí y derrotarle sin más. Pensé algo así como “ya que eres un malvado bandido, ¿te importa si acabo contigo sin más?”

Bueno, está decidido (vaya, lo dije otra vez). Bueno, Naga también lo dijo.

La idea es hacer que nuestro enemigo se rinda, pero...

—¡Lina! ¡Atrae la atención de los golem! ¡Déjame esto a mí! —me dijo Naga, comenzando a conjurar un hechizo. Se ve que tenía sus propias ideas.

Usé un Dram Brass contra los golem que se estaban acercando. Aunque eran grandes y sólidos, así que no podría derrotar a uno así. Era mejor apuntar a sus pies. La prioridad era ralentizarlos. Mientras tanto, Naga seguía conjurando el hechizo. Daba la sensación de que era un hechizo de invocación, aunque desconocía cuál era. Tenía las manos colocadas ante sí, los dedos de ambas manos formando diferentes símbolos. Se veían gotas de sudor en su frente.

Entonces... completó el hechizo.

—¡Gu Ru Duga!

Y en respuesta a sus “palabras de poder”, apareció... ¡un dragón dimos!

Es un dragón casi legendario que habita únicamente en la Cordillera de Katart, donde se dice que se encuentra el “Rey Demonio del Norte”, quien controla toda la oscuridad de este mundo. Se dice que sus escamas son tan negras que absorben la luz, y su aliento desprende un vacío a su alrededor. Por supuesto unos golem no son nada a su lado, e incluso los dragones dorados, conocidos como “señores dragón”, sucumbirían ante su poder. Para decirlo sin rodeos, con una invocación así lo único que podría hacerse es invocar el poder del mismo Rey Demonio, y si no, no quedaría otra que salir corriendo. Sin duda alguna es un dragón invencible. Es una manera de asegurarse completamente la rendición de un enemigo.

Por supuesto, esto es si se le puede invocar correctamente.

La verdad que estaba impresionada por la habilidad de Naga de poder invocarle solo con un hechizo y unos gestos, sin utilizar un círculo de invocación... pero, ¡¿qué sentido tenía invocar un dragón en mitad de una habitación?! El dragón estaba atrapado entre un suelo y un techo tan sólido y no podía moverse, siendo capaz apenas de mover la cola, con lo que había quedado relegado a ser “una ligera molestia”.

—¡Tienes que aprender a usar la magia correcta para cada situación!

—¡Cállate! ¡Entonces haz algo tú!

—¡Bien! ¡Déjamelo a mí!

En un instante formulé un plan en mi cabeza. Aunque me preocupaba el hechicero. Contemplaba el combate sin moverse desde su trono. O tenía mucha confianza, o no sabía qué hacer... Por si acaso lo mejor sería pensar que aún se guardaba un as bajo la manga. ¡Pero basta de pensar en eso! ¡Era hora de actuar!

—¡Dam Brass!

Mi hechizo atravesó el pecho de uno de los golem, al que ya le había roto una pierna anteriormente. Aún era capaz de sostener su cuerpo con los brazos, pero parecía que ya no podía moverse.

Desde donde me encontraba no podía ver la sombra del hechicero en el trono. ¡Bingo! Pensé, señalando al golem.

—¡Naga! ¡Usa un Dram Brass en el mismo punto en el que yo lo haga, al mismo tiempo!

—¡Eso está hecho! —dijo sonriendo.

Salí corriendo en dirección al golem.

—¡Y no se te ocurra darme a mí!

—¡Te lo casi aseguro!

... ese “casi” viniendo de ella me dejó preocupada...

Naga empezó a conjurar su hechizo. Yo también. Cuando el golem se dio cuenta que me estaba acercando a él, rugió con un sonido que podría haber partido la tierra. Su gran cuerpo se encontraba frente a mí.

¡Ahora! Di un giro repentino hacia la derecha. Por supuesto, ésa era la señal para Naga.

Desde su postura antinatural, el golem intentó dirigir su brazo derecho hacia mí. Si me llegase a golpear sería mortal, pero por suerte era un movimiento extremadamente lento. Me agaché para esquivarlo, me colé bajo él y puse mis manos en su flanco.

Al mismo tiempo, el Dam Brass de Naga golpeó al golem en el pecho.... y yo liberé el hechizo que había estado conjurando.

—¡Dill Brand!

Normalmente éste es un hechizo que se utiliza para hacer explotar la tierra firme. Pero esta vez lo utilicé de manera ligeralmente diferente. En el momento en que el golem quedó hecho añicos por el hechizo de Naga, ¡mi hechizo lanzó esos pedazos hacia atrás! Es decir... en dirección al trono donde el hechicero estaba sentado. Tras esto salí de nuevo corriendo, en dirección a donde habían salido volando los cascotes. Si no había quedado ya incapacitado por los cascotes, yo acabaría con él de cerca. No importa qué tipo de enemigo fuese, sería casi imposible que pudiese prever este tipo de movimiento en esta situación. En cualquier caso, solo necesitaría golpearle en la mandíbula y dejarle incapacitado.

Me acercaba al trono. La figura seguía sin moverse, bien porque no quería esquivar, o porque no podía.

—¡Ahí va! —grité mientras cerraba el puño preparándome para golpear. —¡¿Eeeh?! —dije de repente, frenando en seco.

 

—¡Salud!

Naga y yo estábamos en el bar de la ciudad celebrando la recompensa que habíamos recibido del duque Elsia. Por supuesto ella estaba bebiendo alcohol fuerte, y yo zumo. Las dos nos terminamos las jarras a la vez, y pedimos una segunda ronda de lo mismo. Bajé las manos y las puse en la mesa junto a los platos.

—Menudo trabajo ha sido, ¿eh?

—Cierto...—dijo Naga asintiendo mientras mordía un trozo de pollo.

—Aunque... me pregunto qué era lo que estábamos combatiendo. —dije, volviendo a poner en el plato el trozo de cordero que me había llevado a la boca.

Recordé la figura que se encontraba en el trono en el interior del castillo. Lo que había allí era el cadáver putrefacto de un hechicero. Quizás había muerto de alguna enfermedad. Lo cierto es que, si lo piensas, no es muy bueno para la salud vivir rodeado de muertos vivientes podridos. Imagino que pillaría alguna enfermedad de alguno de sus zombis. Aunque estuviese enfermo y no pudiera moverse, tampoco podía pedirle a sus esqueletos, zombis y ghouls que fueran a buscarle alguna medicina. Tuvo que ser un final duro.

¡Hechiceros malvados del mundo! No es buena idea tener un escondrijo lleno solo de muertos vivientes. Aunque pueda saliros más caro, es mejor que contratéis a gente que esté viva. Los muertos vivientes ni siquiera se habían dado cuenta de que el hechicero que les había creado estaba muerto, y simplemente siguieron llevando a cabo sus órdenes.

Tras el enfrentamiento (¿?) en el trono, derrotamos al resto de los golem, Naga retiró al dragón, y salimos momentáneamente del castillo. Tras consultarlo con el duque Elsia, que había logrado escapar antes, nos llevó diez días acabar con todos los muertos vivientes del castillo. Y apenas hoy había tomado posesión del mismo. Así conseguimos que el lord nos diera la recompensa.

—Al final el duque Elsia parecía contento. —dije, y Naga asintió.

—Era un hombre rudo e intolerante de mediana edad, pero me alegro que al final se quedara contento.

—Sí, así parecía ser...

La puerta del restaurante se abrió de un golpe. Naga y yo rápidamente dirigimos la mirada a ese lugar. Allí se encontraba el duque Elsia. Con los ojos inyectados en sangre y respirando fuertemente. Ni siquiera intentaba ya sujetarse la corona a medio caer.

—Du... duque Elsia...

Las dos nos quedamos un momento sin saber qué hacer con la tensa atmósfera que se estaba creando.

—¿Qu... qué tal? ¿Cómo se siente en su nuevo castillo? —pregunté sonriendo, en un intento de suavizar la atmósfera.

—Bueno... era extremadamente cómodo... hasta que colapsó.

..........

—¡¿Quéeeeee?! —gritamos a la vez Naga y yo.

—Bu... bueno, supongo que era muy viejo ya...

—S... sí, seguramente fuese eso...

—¡Sí! Y quizás tenga también que ver que dos personas estuvieron utilizando magia para abrir grandes agujeros aquí y allá sin razón alguna... supongo que eso tuvo algo que ver...

Las dos nos quedamos mirándonos la una a la otra.

—... toca salir por patas.

—... toca salir corriendo.

Ambas escapamos a la vez.

—¡Esperad! ¡Quedaos ahí!

Y así... seguimos escapando del duque Elsia hasta hoy.

El castillo de Elsia - FIN

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