Lost Slayers
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#3 - Asesina de bandidos
Slayers Special #1 - El príncipe de Saillune

A continuación podréis encontrar la traducción al español del tercer capítulo de la primera novela de la saga Slayers Special, ロバーズ・キラー (robbers killer), en el que Lina sigue con sus primeras aventuras conocidas en solitario.

La traducción está hecha directamente desde el japonés, usando como base los scans de la propia novela y utilizando para las imágenes todos los scans disponibles, tanto de su publicación original en la Dragon Magazine en Mayo de 1990 así como su posterior recopilación en novela, tanto en edición física como digital.

Traducción, adaptación y revisión: shansito
para Lost Slayershttps://www.lost-slayers.net

Todo lo perteneciente a Slayers es © Hajime Kanzaka, Rui Araizumi, Kadokawa Shoten y otros, según proceda.

Proceso de traducción: 14/33 - 42% en proceso

 

Asesina de bandidos

Una sombra negra se movía en la oscuridad.

Los hombres entraron a la habitación a toda prisa. Algunos llevando ya en la mano unas espadas bastante grandes.

—¡Flare Arrow! —grité y, simultáneamente, una serie de numerosas flechas de fuego aparecieron delante del grupo de hombres, que se detuvieron al instante—. ¡Adelante!

Y todo acabó en un momento.

No hay que subestimar a la guerrera y hechicera Lina Inverse. ¿Cuántas veces me habrán atacado por la noche? Y nunca estoy desprevenida. Es cierto que cuando atacaron aún me encontraba en la cama, pero no soy precisamente débil. Lo normal hubiera sido situarse en posición de contraataque con la espada, pero yo soy algo más hábil e imaginativa que eso.

Y en cualquier caso... todo cambia cuando tu oponente es una hechicera. Y con ese hechizo me había asegurado que no me fueran a molestar por un buen rato.

Acababa de hacerme cargo de un grupo de asesinos. Había comenzado a conjurar el hechizo en cuanto me despertó una sensación de ansia de sangre que notaba al otro lado de la puerta. Y aún así, en cuanto me encargué de ellos eché a correr...

¡Elena, que estaba en la habitación contigua, se encontraba en peligro!

Salí de la cama, recogí mi capa, mi espada y el saco con mis otras pertenencias, y salí corriendo al pasillo. Y allí, justo delante mía, se encontraba un hombre todo vestido de negro.

Se oía el ruido de choque de espadas desde la habitación de Elena.

—¡Sal de mi camino! —grité corriendo hacia el asesino y sacando la espada de la vaina.

—... ¿eh?

A pesar de haberle avisado, le pilló totalmente desprevenido. Y, al momento siguiente, se encontraba con mi pie golpeando su estómago. El asesino se derrumbó en el suelo, soltando su espada. Un ataque preventivo es la mejor forma para debilitar de manera efectiva a cualquier persona. Y en el caso de usarse contra enemigos es aún más efectivo.

Me adentré deprisa en la habitación de Elena. Por suerte, todo estaba en calma.

Lo que significa que se encontraba sentada en la cama, habiendo esquivado las espadas de dos asesinos, lo cual es toda una hazaña. No es precisamente algo que se vea todos los días.

Era una visión que podría dejar desconcertado a cualquiera... pero no podía permitirme no hacer nada. Después de todo, esta chica era mi cliente.

—¡Dig Volt!

El trueno fue atraído por las hojas de las espadas de los dos hombres, golpeándoles a ambos. Pensado originalmente para causar pequeñas heridas no mortales, la técnica hizo que ambos asesinos perdieran el sentido rápidamente.

—¡Gracias, Linita!

—¡Aún es pronto para eso! ¡Recoge tus cosas y salgamos corriendo de la posada!

Tanto la puerta de mi habitación como la de la suya se abrían con unas llaves muy específicas. O bien alguno de los asesinos tenía buena habilidad como ladrón, o los encargados de la posada estaban involucrados de alguna manera...

En cualquier caso quedarse aquí ya no era seguro. Las dos salimos corriendo por el pasillo. Cuando llegamos al vestíbulo, que también hacía las veces de cafetería, encontramos con un grupo de unos diez hombres vestidos de negro.

—¡Cierra los ojos! —le grité a Elena, sin esperar que me respondiera. —¡Luz!

Con los ojos cerrados, lancé mi hechizo.

El hechizo Lighting permite reducir la intensidad del foco de luz, así como su duración. Y viceversa. El que usé esta vez, ¡era instantáneo y tenía triple intensidad!

Los asesinos gritaron. La luz era tan potente que cegó a todos los hombres.

En cuanto la luz se extinguió comenzamos a movernos por la habitación entre los cegados y confusos asesinos hasta que alcanzamos la puerta principal, por la que salimos. A nadie se le ocurriría que pasaríamos directamente a través de la emboscada.

Comenzaba a haber algo de luz cuando salimos a la calle principal. Seguimos corriendo hacia la costa, a la que llegamos respirando con dificultad. La luz del faro acababa de apagarse, y podía verse una línea carmesí en el horizonte. Estaba amaneciendo en la ciudad portuaria de Raulua.

—¡Mira! —escuché decir a Elena, haciéndome volver a la realidad tras haber quedado impresionada por las vistas.

Seguí con la vista la dirección en la que Elena estaba apuntado con su dedo. Y vi unas llamas elevándose en medio de la ciudad. Justo donde se encontraba nuestra posada.

¡GAAAAAAAA!

A... ¡aaaaaah! Ya sabía yo que usar un Flare Arrow sería una mala idea... ¡pero ya no podemos hacer nada!

—¡¿Pero qué han hecho esos?! —grité—. ¡Le han prendido fuego a la posada!

¡Está claro! ¡Esto ha sido cosa de ese grupo de malvados, los Dark Wolf!

Mi trabajo actual consiste en encargarme del grupo de bandidos conocido como Dark Wolf. Aunque la paga no era mucha, acepté humanitariamente este trabajo por dos razones.

La primera, que me encantaba acabar con la existencia de los malvados.

La segunda, que no podía permitir que se llamasen de manera tan común como Dark Wolf. Aunque hubiera podido ser un nombre popular hace décadas, ¡algo así ya está muy pasado de moda!

… de acuerdo, reconozco que esta enumeración de razones no parece muy humanitaria, pero es muy magnánimo no pararse a preocuparse por asuntos tan nimios.

En cualquier caso, la tarde del día anterior había llegado a la ciudad, donde este grupo tiene su base de operaciones, acompañada de mi cliente, Elena. No sabemos en qué parte de la ciudad pueda encontrarse esa base, ni por dónde podemos empezar a investigar... salvo por el ataque recibido la pasada noche por parte del grupo de asesinos. En alguna parte de esta ciudad, por lo que parecía, se encontraba un buen número de miembros de este grupo.

Mi cliente, Elena, aparentaba poco más de veinte años y tenía un hermoso pelo moreno, y por alguna razón era una chica que me recordaba bastante a cómo era mi hermana. De la cadera le colgaba una espada larga que no parecía conjuntar con su aspecto, pero lo cierto es que sabía usarla bastante bien.

Y aunque acepté su petición personal de encargarme del grupo de bandidos, preferí no preguntarle las razones que tenía para ello. Todas las personas tienen una o dos razones para hacer las cosas. Y si se quieren conocer, habrá que esperar a que la persona las diga.

—Esto... debe terminar pronto... —comencé a decir, pero me detuve a media frase.

Las casas junto a la posada estaban también en llamas. La gente miraba en silencio.

on el Sol elevándose sobre la línea del horizonte comenzaba a aumentar la luminosidad, y soplaba una ligera y fresca brisa marina. Fue entonces cuando me di cuenta.

Aún llevaba puesto el pijama a lunares, sobre el que tenía colocada la capa.

—¡¿Pero por qué a mí?! —dije a voces, encontrándome en plena calle principal.

En cuanto a Elena, se encontraba contemplando la situación con una expresión seria.

Había sido una táctica de distracción.

Ya era momento de retomar la búsqueda de información sobre la base de operaciones de Dark Wolf . Simplemente quedándonos ahí sin hacer nada no sonaba muy estratégico. El plan era atrapar a alguno de los asesinos y forzarle a revelar la localización de su base.

Y ahí nos encontrábamos, bajo la luz que bañaba la ciudad portuaria, una joven hechicera con su capa negra ondeando al viento (por supuesto, y para que conste, ya me había cambiado de ropa), y una guerrera con su espada larga.

Era una curiosa combinación que atraía las miradas de todos. Y en parte ésta era la reacción que estábamos buscando por su parte.

Veamos...

—Y bien... perdone, ¿qué puede visitarse en esta ciudad?

Ésa era una reacción que seguro que no esperaban muchos. De esa forma nos dirigimos hacia dos hombres de piel bronceada bajo la brisa. Seguramente daríamos la impresión de ser turistas de alguna zona del interior. Era cierto que no había mucho tiempo que perder, pero ésta sería una buena forma de conseguir información.

—Es que somos nuevas aquí y no sabemos a dónde ir.

A propósito, tratábamos de actuar y tener la voz aguda de chicas jóvenes para que nos hicieran más caso.

—¿Ah, sí? Entonces nosotros os guiaremos. Seguidnos.

—Gracias, nos habéis salvado. Estábamos muy preocupadas, ¡ya que en esta ciudad se encuentra la base de operaciones de Dark Wolf! —dije.

Y de repente se hizo el silencio... tanto la gente que pasaba cerca como la mujer del puesto de venta de flores... todas las conversaciones se detuvieron en un instante.

El hombre de tez oscura al que me había estado dirigiendo palideció de pronto y retrocedió unos pasos.

—No... yo no sé... —comenzó a decir con voz temblorosa —. ¡¡Yo no se nadaaa!!

Los dos hombres salieron corriendo a toda velocidad. Y junto con ellos, desaparecieron todos los viandantes que se encontraban en los alrededores.

—Vaya... se ha ido todo el mundo, Linita.

—Pues sí... eso parece.

Así es como comienza nuestra estrategia. Realmente sólo es cuestión de tiempo. En cualquier calle donde los viandantes desaparezcan rápido, acabarán apareciendo tipos extraños.

Pues bien..

¡Finalmente, ha llegado el momento de poder mis hechizos de ataque preferidos!

… ya iba siendo hora de variar un poco.

Un camino de piedras blancas seguía la línea de la playa azulada. Todas las casas que se alineaban en el mismo eran las segundas residencias de unos y otros. Aún cuando la luz del atardecer comenzó a bañar el camino, aún no había ningún viandante.

Éste era un lugar donde nadie pasaría meramente por casualidad.

… aunque ésta era una situación algo aburrida, a decir verdad.

Y entonces, un grupo de cinco hombres vestidos totalmente de negro aparecieron de imprevisto, bloqueando nuestro camino.

—Según parece, estáis buscando la base de operaciones de Dark Wolf —dijo uno de ellos, el que parecía que era el líder de este grupo de asesinos. A ninguno se les veía la cara.

—Pues sí, eso es cierto —dije con una ligera sonrisa—. Si sabéis donde se encuentra, ¿quizás podríais servirnos de guía?

—... qué decepción —dijo otro de los hombres del grupo, tras lo que los cinco, simultaneamente, desenvainaron sus espadas—. Ciertamente sabemos dónde se encuentra... y nosotros, los hermanos Zores, os haremos llegar allí... ¡o haremos llegar al infierno!

Por supuesto, si en esta situación se me hubiese ocurrido lanzar abruptamente un Fireball o algo parecido todo habría acabado en un momento, pero no habríamos obtenido información sobre la localización de la base de operaciones. Por lo que, para empezar, tendría que bastar con debilitar el poder de ataque del enemigo.

—¡Vamos!

El grupo de hombres se lanzó al ataque. Elena y yo desenvainamos las espadas.

Los asesinos se dispersaron y nos rodearon formando un círculo. La chica y yo nos encontrábamos espalda con espalda, con las espadas preparadas.

—Vaya cómo brillan esos ojos. ¡Contemplad la técnica secreta de los hermanos, el baile de la muerte!

Los hombres comenzaron a girar a nuestro alrededor en círculo, con poca distancia entre las espadas de unos y otros. En el interior del círculo, las dos comenzamos a movernos para seguir el mismo patrón de acción de los asesinos.

La velocidad a la que los hombres iban girando fue aumentando gradualmente. Al tener todos la misma constitución física y la misma vestimenta, creaban una curiosa ilusión óptica. Y así sería muy difícil saber de dónde podría venir un ataque con la espada.

Sin embargo, ésta era una situación más que propicia para utilizar un hechizo de ataque, así que comencé a conjurar un pequeño hechizo.

Pero en ese momento...

—¡Gah!

Uno de los hombres vestidos de negro de repente dió un gemido y cayó al suelo.

—¿Pero qué?

—¡Hermano! ¡Aguanta!

Los otros cuatro hombres se acercaron corriendo al caído. Nosotras estábamos totalmente desconcertadas por lo que estábamos contemplando.

—No hay nada que hacer... le ha dado uno fuerte...

—¡No puede ser! ¡¿Por qué?!

—... tiene el corazón débil...

¡¿EEEEEEEH?!

Tanto Elena como yo nos caímos de culo.

—Aaaah... es cierto que nos dijeron que tenía el corazón débil...

—Y que no debía hacer demasiado ejercicio al aire libre.

¡Cómo puede ser un asesino si padece del corazón!

—Pero estoy seguro de que nuestro hermano no se arrepiente de nada.

Seguro, seguro...

Los cuatro se levantaron y se giraron, con fuego ardiendo en sus miradas.

—... ¿cómo os habéis atrevido a hacer eso, malditas muchachas?

—¡Nosotras no hemos hecho nada!

—¡No digas impertinencias! ¡Prepárate, enemiga de nuestro hermano!

… no sé bien a qué se referirá con eso de impertinencias, si eso tendría que haberlo dicho yo en todo caso, ¡si las buenas somos nosotras dos! Ésta no es manera de tener una conversación.

Los hermanos comenzaron a girar a nuestro alrededor siguiendo un mismo patrón. No son gente con la que quisiera que me relacionaran.

—¡Tomad esto! ¡Mega Brand!

Estando Elena-san y yo en su centro, se dibujó un anillo en la tierra a nuestro alrededor que, en cuanto uno de los hombres lo pisó, los hizo salir volando por los aires. Fueron derrotados sin ningún problema.

—¡Guaaaaargh!

Pero todo lo que sube acaba bajando, y junto con la tierra y la arena, acabaron estampándose en el suelo. Esta técnica no es lo bastante fuerte como para matar, pero sí lo suficiente como para que los enemigos no puedan seguir peleando.

Es momento de una pequeña pausa.

—Bueno, ahora podemos tomárnoslo con más calma, ¿verdad?

Había atado a todos los hombres juntos fuertemente con una cuerda, y les miraba con una fuerte sonrisa.

—Ahora os va a tocar hablar. Si no… —dijo Elena-san con voz amenazante, que hubiera hecho correr a cualquier hombre. Tenía en el rostro una sonrisa que le hacía parecer otra persona.

—Si no… ¿qué podría pasar? ¿Qué podrían haceros dos preciosas señoritas que os han atrapado? Ya basta. En cualquier caso, como aliada de la justicia, mi deber es acabar con los malvados grupos de ladrones, sea como sea.

La voz de los cuatro hombres se elevó a la vez en una gran carcajada.

...

Asesina de bandidos: continuará

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