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#2 - La conspiración de la Asociación de Hechiceros
Slayers Special #4 - La conspiración de la Asociación de Hechiceros

A continuación podréis encontrar la traducción al español del segundo capítulo de la cuarta novela de la saga Slayers Special, 魔道士協会の陰謀 (madoushi kyoukai no inbou).

La traducción está hecha directamente desde el japonés, usando como base los scans de la propia novela y utilizando para las imágenes todos los scans disponibles, tanto de su publicación original en la Dragon Magazine en Junio de 1992, así como su posterior recopilación en novela, tanto en edición física como digital.

Traducción, adaptación y revisión: shansito
para Lost Slayershttps://www.lost-slayers.net

Todo lo perteneciente a Slayers es © Hajime Kanzaka, Rui Araizumi, Kadokawa Shoten y otros, según proceda.

Proceso de traducción: 7/31 - 22% en proceso

 

La conspiración de la Asociación de Hechiceros

—Oh, ¡habéis venido!

Naga y yo nos encontrábamos a las puertas de la Asociación de Hechiceros, donde nos saludó un hombre con barba y un grupo de hechiceros.

¿Que quién era este hombre? Pues se trataba de Hamingham, el presidente de la Asociación de Hechiceros de la ciudad de Cruasal, donde nos encontrábamos.

Lo cierto es que la Asociación de Hechiceros de esta ciudad se encontraba en medio de un tumulto.

—Bien, ¿y qué es lo que está pasando?—me preguntó el hombre.—¿Habéis oído alguna cosilla?

—Fu. Literalmente apenas hemos oído alguna cosilla.—respondió Naga.

—Tan solo que aquí parece que está teniendo lugar una revuelta.—dije yo a continuación.

Así es.

No hace mucho hubo una rebelión en la Asociación de Hechiceros de esta ciudad, liderada por su vice-presidente. Hamingham-san, el presidente de la Asociación usó un hechizo que envía la imagen y la voz a localizaciones lejanas, llamado Vision, para informar a otras Asociaciones de Hechiceros del país.

La Asociación de Hechiceros no ha tenido tal escándalo en toda su historia, así que las diversas Asociaciones reunieron a todos los hechiceros viajeros que pudieron y los enviaron a la ciudad de Cruasal (o algo así). Dos de esos hechiceros éramos Naga y yo.

—Habéis venido muy rápido. Sois las primeras en llegar. —dijo el presidente Hamingham-san mientras nos llevaba hacia el interior del edificio.

—Bueno, casualmente estábamos en una ciudad cercana. Pero… ¿por qué se ha rebelado el vice-presidente? —pregunté a Hamingham-san.

Me respondió en un tono muy calmado.

—Bueno, no es que sea gran cosa. Parece ser que no le gustó el hecho de que utilizase mi posición como presidente para llenarme los bolsillos, ni para aprovecharme de las hechiceras aprendices hermosas ni de las mujeres de mis subordinados.

GUH

Golpeé al presidente en toda la nuca.

—¡¿A qué ha venido eso?! —dijo el presidente levantándose, sin haberse hecho apenas daño.

—¡¿Cómo que a qué ha venido?! ¡Pues claro que comenzaría una rebelión con esas razones!

Al escucharme, el presidente sacó pecho.

—¿Qué dices? ¿Acaso el abuso de poder y mezclar la vida pública con la privada no es un deber de aquellas personas al mando?

… lo cierto es que si miras al mundo da la sensación de que exista esa ley, pero lo cierto es que realmente no la hay. Ni mucho menos.

… quizás…

—¡Fu! ¡Eres un inmaduro! ¡Cosas así deberían hacerse en secreto para que nadie se entere!

¿Qué estás sugiriendo, Naga?

El presidente se rió al escucharla.

—¡No me hagas reír! ¿Qué razón tendría para hacerlo a escondidas? ¡Soy la persona más recta del mundo!

… no eres más que un insolente delincuente juvenil.

—¡¿Qué pasa contigo?!

—¿Acaso no conocéis la frase “la justicia está conmigo”?

… será…

—… fu… ¡hay demasiada diferencia en cómo pensamos! —le dije al presidente, apuntándole con un dedo.

—¡Esas mismas serían mis palabras!

—¿Qué sentido tiene competir si estáis al mismo nivel? —dijo Naga con cara seria.

—En cualquier caso, ¡es una pena que hayáis decidido estar en mi contra! ¡Chicos! ¡Haceros cargo de ellas!

En cuando dio el aviso, apareció un grupo de magos y mercenarios. A juzgar por sus miradas y sus malas maneras, parecían ser matones a sueldo.

… bueno, no es que pareciesen gran cosa…

—¡Ohohohoho! ¡Qué divertido! No importa cuánta gente tengas, ¿realmente crees que puedes competir contra Naga la serpiente? —dijo Naga riendo fuertemente.

—… retirémonos por ahora…—le susurré al oído.

—¡Fu! ¿Es que te intimida esta gente, Lina?

—¡Te lo contaré luego! ¡Ahora, vámonos! —le dije y comencé a correr sin esperar su respuesta.

—¡O… oye! ¡Espera! —dijo Naga, saliendo a correr detrás de mí.

—¡No escaparéis! ¡A por ellas! ¡Id tras ellas! ¡Acabad con ellas!

—[¡Sí!] —gritaron al unísono los hombres con voces vulgares al oír la orden del presidente.

No nos encontrábamos muy lejos de la entrada. Las dos salimos del edificio de la Asociación de Hechiceros fácilmente. Y nada más salir, ¡usé un hechizo!

—¡Fireball!

BOOOOOOOM

Lancé el Fireball, habiendo previamente reducido en parte su poder, al porche por el que acabábamos de salir, esparciendo llamas y humo por todas partes. Eso debería cegar y detener a nuestros perseguidores.

—… ¿por qué estamos escapando, Lina? —me preguntó Naga sin dejar de movernos. —¡Podríamos haber lanzado por los aires a todo ese grupo con un simple hechizo! ¿No es ése el tipo de cosas que te gusta hacer?

—… a ver, Naga, sería muy fácil lanzarles un par de Drag Slave. Pero si hiciera eso, y alguno de ellos sobreviviese, podrían contactar con las otras Asociaciones de Hechiceros usando el Vision y decirles “Lina y Naga están del lado de los rebeldes y han asesinado al presidente”. Y, desde mañana, seríamos fugitivas. Creo que incluso tú no querrías enemistarte con todas las Asociaciones de Hechiceros del país, ¿verdad?

Como era de esperar, Naga se quedó sin palabras al escucharme.

—… pero… entonces, ¿qué vamos a hacer?

—Por ahora, de alguna manera tenemos que convencer a las Asociaciones de Hechiceros del país de que “la culpa la tiene el presidente Hamingham”. Para eso…

Dejé la frase a medias y me detuve. Naga también se había detenido a mi lado. Estábamos en la esquina de una calle. No había mucha gente en las calles, seguramente debido a los disturbios reciente.

Durante un instante hubo un silencio.

—¿Por qué no te muestras? Sabemos que estás ahí. —dije, girándome.

Tras una pequeña pausa, un hombre salió de detrás de uno de los árboles de la calle.

Aparentaba tener unos veinte años, y llevaba las ropas de un ciudadano cualquiera, pero…

—… hola… me llamo Rail. —dijo con tono relajado a pesar de la situación.

No parecía guardar ninguna hostilidad, pero tampoco parecía confiable.

—Lo cierto es que… os he estado observando un rato… así que tengo algo que preguntaros… ¿os gustaría uniros a nosotros en el ejército rebelde?

La conspiración de la Asociación de Hechiceros: continuará

 

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