Lost Slayers
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atogaki
#3 - Laberinto
Slayers Special #2 - Pequeña princesa

A continuación podréis encontrar la traducción al español del tercer capítulo de la segunda novela de la saga Slayers Special, らびりんす (labyrinth).

La traducción está hecha directamente desde el japonés, usando como base los scans de la propia novela y utilizando para las imágenes todos los scans disponibles, tanto de su publicación original en la Dragon Magazine en Julio de 1991, así como su posterior recopilación en novela, tanto en edición física como digital.

Traducción, adaptación y revisión: shansito
para Lost Slayershttps://www.lost-slayers.net

Todo lo perteneciente a Slayers es © Hajime Kanzaka, Rui Araizumi, Kadokawa Shoten y otros, según proceda.

Proceso de traducción: 33/33 - 100% capítulo completo

 

Laberinto

La puerta se abrió haciendo un crujido. Las sombras a la entrada dieron una rápida mirada al interior del establecimiento.

—¡Ohohohohoho! ¡Lina! ¡Un Trabajo! ¡He encontrado un trabaj…. pero, ¡¿qué haces de repente metiendo la cara en la ensalada de patatas?!

—Ah, pues… verás, Naga...—empecé a decir con voz y mirada cansada al tiempo que me limpiaba la ensalada de la cara.

Naga, la serpiente. La mierda de pez dorado que decía llamarse mi rival. Una hermosa mujer de larga melena morena y con aspecto de inteligente, aunque su apariencia fuese algo inusual. Se le puede perdonar la capa negra, aunque no tenga sentido y el atuendo que lleva es excesivamente revelador, y va acompañado con un colgante de una calavera. Además lleva unas hombreras negras con unos pinchos increíblemente afilados. Lo único que consigue es gritar a los cuatro vientos “¡Soy una malvada hechicera!”. Y si entra dando una patada a la puerta y a voces, lo único que puedo hacer es tirarme sobre la mesa.

—Oye… pero, ¿qué pasa? ¿No puedes comportarte como una persona normal?

Levantó las cejas al escucharme.

—Ohohoho… ¿y qué tiene de raro cómo me comporto?

—¡Daaaaaaah! ¡No es normal hacer esa pregunta! P… pero en cualquier caso, ¡vamos fuera y me cuentas!

Me levanté del asiento, incapaz de aguantar más tiempo las miradas. No me disgusta llamar la atención, pero es diferente cuando está ella. Pagué la factura con la mitad de la comida aún en el plato, y me marché del restaurante junto con Naga… aaaah, adiós, mi querida parrillada…

 

—¿… y bien? ¿Es un trabajo? Espero que al menos merezca la pena…—le pregunté a Naga mientras caminábamos por una calle llena de puestos callejeros.

—¡Fíate de mí! ¡Esta vez es una buena petición para ayudar a las gentes del mundo y con una buena recompensa!

… gentes… del mundo… sentí una insondable sensación de incomodidad al escuchar a Naga decir esas palabras…

—¿Y? ¿Qué tipo de trabajo es?

—Bueno, es salvar vidas.

… salvar… vidas… guuuuh… tuve que pararme al notar un mareo.

—Un… un momento, Naga… ¿acabas de decir “salvar vidas”?

—Eso he dicho. ¿Qué pasa? —respondió dulcemente.

Dejé escapar un fuerte suspiro.

—Oye, Naga… ¿sabes lo que significa “conocerse a uno mismo”?

—¡¿Qué quieres decir?!

—¡Justo lo que significa! ¡Piénsalo! Para empezar, no quiero tener que decirlo, pero ¡de todas las veces que hemos trabajado juntas nunca ha salido nada bien! ¡Hasta los zombis se reirían de nosotras si escuchasen que íbamos a salvar a alguien!

Pensaba que sería una frase convincente (aunque muy triste), pero la descartó en un instante.

—Fufu… eres muy ingenua, Lina Inverse. —dijo, levantando un dedo. —Parece que nunca has oído lo de “nunca decir que no”.

De nuevo sentí miedo.

 

Había un olor a húmedo y a verdor por todas partes. Se encontraban frente a un edificio medio enterrado y cubierto de moho y enredaderas. En mitad de unas montañas alejadas de la aldea. Según lo que Naga había escuchado, algunos jóvenes de la aldea entraron en las profundidades de las ruinas, por aburrimiento o por diversión, y tras varios días aún no habían regresado. ¿Se perdieron o…? Desde hace un tiempo se contaban rumores de que extraños monstruos vivían en las ruinas, y los aldeanos estaban asustados y se negaban a entrar. Así que el alcalde habló con Naga, al verla con aspecto de hechicera. Nuestro trabajo era confirmar qué les había ocurrido y rescatarlos si aún estaban vivos. Parece ser que las ruinas eran originalmente un gran edificio que se encontraba sobre una cueva, y al colapsar ésta, quedó parcialmente enterrado, formando un complicado laberinto subterráneo…

—¡Ya sé! ¡Tengo una idea! —dije, dando una palmada.

—¿Cuál?

—¡Lanzaré un repentino Drag Slave a estas ruinas para cargárnoslas, y diremos “lo siento, no se pudo hacer nada, tehehe”! ¡Hoho! ¡Así será un trabajo fácil sin esfuerzo!

—¡¿Qué clase de idea es ésa?! ¡Recuerda que el trabajo consiste en rescatar! ¡¿De qué serviría hacer que todo se hundiese?!

—Pero… es que parece mucho trabajo…—dije mirando a las ruinas.

La forma de la montaña estaba distorsionada. Quizás fuese parte del edificio derruido… parece muy lioso.

—Pues… pues sí que…

Naga también se había quedado sin palabras.

—¿Verdad?

—Pe… pero mira, son unas ruinas, seguro que está llena de tesoros…—me dijo intentando convencerme.

¡PIN!

Tesoros…

—Fufu… tesoros…fufufufu…—dije girándome hacia Naga.

—O… oye, ¿estás bien?

Me miró con cara asustada y empezó a alejarse.

—¡Sí, tesoros! ¡No solo oro, plata y joyas, también libros mágicos desconocidos, numerosos tesoros con poderes mágicos! ¡Seguro que hay cosas así! Fufufufu ♥

Nos iluminó un relámpago.

—E… está bien pero, ¿podrías dejar de reírte así? Es un poco… espeluznante…

—¡Sea como sea, está decidido así que entremos!

—Sí, sí… todo por los tesoros… no me extraña que te llamen una idiota poco desarrollada loca de los hechizos…

—… ¿quién me llama así?

—Yo lo hago.

POM

Le di una patada en la cabeza.

 

El laberinto era tan profundo como esperaba. Llevábamos ya un buen rato caminando, y aún no habíamos alcanzando el fondo. Habíamos dejado muy atrás la luz de la entrada, así que había usado el “Lighting” para iluminar nuestras cabezas, además de los muros y el techo cubiertos de manchas y grietas, que parecían seguir eternamente. A los lados había antorchas adornadas con las cabezas de bestias mágicas. Ocasionalmente, asustados por la luz, extraños insectos que jamás había visto salían corriendo por las paredes, asustándonos. El aire estaba estancado y tenía cierto aroma dulzón.

… sabía que no tenía que haber entrado…

Llegados a este punto, aunque aún conservaba mi fuerza física, me sentía exhausta y sin energía.

—Oye Naga, estoy cansada, estoy aburrida, vámonos…

—¿A qué viene ese comportamiento infantil? Estas totalmente desganada con este trabajo… no será porque es uno que acepté yo, ¿no?

—Claro que no. Piénsalo bien. Aunque sea un trabajo, ¿por qué tenemos que entrar a un sitio así para rescatar a gente que entraron por diversión y se perdieron? Si no tenían ni la confianza ni la habilidad para hacerlo ellos mismos, no deberían haber entrado aquí para empezar.

—Bueno… eso es verdad, pero…

—¿Verdad? ♥ ¿Verdad? ♥ Vámonos, Naga ♥

—¡Nada de verdad! ¡Así no es como funcionan las cosas!

—… está bien… cachis…

En cualquier caso, será mejor acabar con esto rápido.

—… pero hay muchos desvíos de caminos. Basta que nos equivoquemos una vez y nosotras tampoco conseguiremos regresar. —dije mientras marcaba con tiza una pared a la izquierda.

Al escucharme, Naga abrió la boca como para decir algo… pero se detuvo un momento, con las manos en las caderas, como intentando captar algo. Yo también me detuve y… lo escuché.

—Una voz. —susurró Naga.

Así era… desde las profundidades oscuras del laberinto resonaba una voz indiscutiblemente humana. No se entendía lo que decía, pero daba la sensación de que eran múltiples voces teniendo una conversación. No era un fenómeno psíquico… debía proceder de la gente que estábamos buscando. Podría haber ocurrido que fuese otro grupo que hubiese entrado, pero las posibilidades eran bastante bajas.

—¡Oye! ¿Estáis vivos? —grité todo lo fuerte que pude.

Hubo un momento de silencio. Y entonces… surgieron varias voces clamorosas. También se escuchó cierto sonido agudo, como metálico.

—Parece que están bien…—suspiré aliviada.

—Me alegro que estén vivos… hubiera sido más difícil encontrar un cadáver que no puede responder.

—… ¿qué clase de preocupaciones tienes?

Naga me echó una mirada inexpresiva.

—En cualquier caso, vamos. —dije, caminando en dirección a de donde parecía que habían procedido las voces.

 

Aunque equivocamos el camino un par de veces, finalmente logramos alcanzar lo más profundo del laberinto, con los sonidos resonando por todas partes. En un muro del pasillo había una gran puerta. Con un relieve de una cabeza de dragón. Unas voces sonaron desde el interior. Se escuchaban unos golpes al otro lado de la puerta, parecía que no podía abrirse desde el interior.

—¡Sí, sí! ¡Abriré la puerta ahora, apartaos y dejadme hacer!

Me acerqué a examinar cuidadosamente el relieve de cabeza de dragón de la puerta. Y… ¡había un mecanismo! Estas cosas son siempre así, y el de aquí no parecía muy complicado. Al presionar los ojos del dragón se escuchó un ligero ruido. Y entonces… no haciendo tanto ruido como esperaba, la puerta empezó a abrirse lentamente hacia afuera.

Una docena de hombres salieron. Iban vestidos con las ropas simples de aldeanos. Solo había una cosa a destacar… el hecho de que todos ellos eran zombis.

—¡Aaaaaaaah!

El grito que tanto Naga como yo lanzamos resonó en la oscuridad de la cueva.

Zombis…

Posiblemente no haga falta explicar nada sobre estos muertos vivientes, que si bien no pueden ser considerados como muy peligrosos, su fuerza y vitalidad… o mejor dicho, su cabezonería es bien conocida, a pesar de que son muy lentos. Se les puede derrotar fácilmente con que sepas algo de magia o si eres un guerrero con un arma mágica, por supuesto para nosotras no se les podría considerar un digno oponente.

Pero… el problema era el impacto psicológico. No estábamos preparadas en absoluto para encontrarnos con unas figuras medio-podridas (y otras cosas que han sido censuradas). Debido a la sorpresa y al disgusto que nos causaron, salimos corriendo.

—Si… si lo piensas bien…—dijo Naga, respirando fuertemente, después de que hubiéramos estado corriendo sin parar. —No tendríamos que haber salido corriendo… podríamos haberlos derrotado allí mismo…

—Tienes… tienes razón…

—Pero… me pregunto si esos eran la gente que se perdieron…—murmuró Naga.

—Bueno… las posibilidades son altas, pero también es posible que sean otros zombis que no tengan nada que ver.

Pero aquella voz que nos respondió aquella vez… quizás fuese un fenómeno psíquico (juego sucio).

—¿Qué debemos hacer, Naga?

—¿Cómo?

—Hemos estado corriendo tanto que no sé dónde estamos.

—Fufu, ¿cómo puedes decir eso? —dijo Naga sacando pecho y echando la cabeza a un lado.

—¡¿Eeh?! Eso quiere decir que tú…

—¡Por supuesto! —sacó aún más pecho. —¡Yo ni siquiera lo sé desde el principio!

GUH

Definitivamente escuché lo que parecía ser mi cráneo partiéndose.

—¡¿Cómo se te ocurre decir eso?!

—¡Te digo que es culpa tuya por olvidarte de cómo soy!

… uuuugh…

—¡No te das cuenta de la situación en la que estamos!

… uuuugh…

—¡¿Pero qué pasa contigo?!

… uuuugh…

—¡Deja ya de…!

… uuuugh…

Entonces nos dimos cuenta de algo. Del fondo del pasillo se escuchaba lo que parecía ser un sollozo. Una niebla blanca flotaba en medio del pasillo oscuro. Se dejaba entrever la figura de una persona. ¡Fantasmas! Bueno, fantasmas con bastantes ganas de presumir. No eran muy elegantes. En cualquier caso, eran unos diez acercándose lentamente hacia nosotras.

—¡Ha! ¡Déjamelos a mí! —dijo Naga con confianza. Yo fruncí el ceño.

Cada vez que muestra un atisbo de su poder causa problemas a todos a su alrededor, sea amigo o enemigo, pero nunca se da cuenta de lo que ocurre. Me clavé las uñas.

—Pe… pero Naga, no uses ningún hechizo vistoso. Si este sitio colapsa, estaremos en problemas.

—Lo sé.

En cuanto dijo eso, empezó a conjurar un pequeño hechizo. Colocó las manos delante de su pecho y su vientre…

En ese momento me di cuenta de algo. ¡¿Ese hechizo es…?!

—¡Naga, no! ¡Ese hechizo…!

Pero ya era muy tarde… hizo un gesto levantando ambas manos muy alto… y de repente se agachó.

Lo sabía…

Me acerqué despacio a ella, que estaba temblando con las manos en las mejillas.

—… te has pinchado en las mejillas con los pinchos de las hombreras, ¿no?

—… hmm…—Naga asintió con voz patética.

Por favor no llores… En cualquier caso, ¡tenía que hacer algo! Coloqué la palma de la mano derecha hacia adelante, conjurando un hechizo.

—¡Bram Blazer!

De la palma de mi mano salió una onda de choque de color azul que atravesó a los espíritus.

BRRRRR

Gritaron y huyeron.

Esta técnica funciona como una onda de choque contra humanos y otras criaturas vivas, pero contra muertos vivientes y mazoku actúa como una luz que causa un dolor o una incomodidad extrema. Además, como la onda de choque no está causada por el aire y está concentrada, puede usarse de manera segura en pasajes rectos.

—Fufu, parecéis sanas. —sonó de repente una voz desde atrás.

—¡¿Qué…?!

Me di la vuelta confundida. No había rastro de nada, ni siquiera una sombra. Seguramente la voz procedía de la boca de la bestia mágica que coronaba la antorcha de la pared, a través de alguna tubería o algo así.

—Todo un vívido sacrificio. Muy apropiadas para ser mi carne y sangre.

… ¿sacrificio? ¿Será que…?

—¡¿Quién eres?!

Se escuchó una ligera risa tras la pregunta de Naga.

—Mi nombre es Schtaindolf. Soy el dueño de este laberinto y un noble descendiente de la oscuridad…

—¡Un vampiro! —grité.

Vampiros… probablemente los más populares de entre todos los muertos vivientes. Sobrepasan a los humanos en casi todos los aspectos, y los hay que incluso pueden usar magia poderosa.

—Fufu… lo habéis adivinado…

—¡Por supuesto! ¡La manera en la que hablas, cómo lo dices, el nombre, es fácil saberlo así! ¡Sólo los vampiros son los bastante idiotas como para considerarse a sí mismos “nobles” o decir pomposidades como “descendientes de la oscuridad”!

Hubo un momento de silencio.

—Cómo… cómo osas…

Lo había cabreado bastante.

—¡Vosotros los humanos sois todos palabras! —dijo, a la vez que una ligera luz se dejaba entrever al final del pasillo.—¡Entonces venid! ¡Venid a por mí! ¡Os mostraré un poder digno de un aristócrata de la oscuridad!

—Pasemos de ése…—dijo Naga, a lo que yo negué con la cabeza, y me miró sorprendida. —¿Y eso? Decías que estabas cansada de esto… ¿será por cabezonería?

Volví a negar con la cabeza.

—No es nada de eso Naga, piénsalo. Unas ruinas antiguas, un vampiro viviendo aquí… eso significa…

—¡Claro! —dijo, con un brillo en la mirada.

—¡Tesoros! —dijimos a la vez, chocando nuestras manos.

Las dos nos dirigimos por el pasillo oscuro en dirección a la luz. Aún estaba bastante oscuro, pero el “Lighting” que había colocado sobre mi cabeza aún seguía funcionando, así que no teníamos problemas al avanzar.

—Naga. —le dije mientras caminábamos.

—¿Qué?

—Creo que te la han colado bien.

—¿Eh?

Se detuvo y me echó una mirada inquisitiva.

—¿Qué quieres decir?

—El vampiro antes dijo algo sobre un “sacrificio”.

—Sí, recuerdo que dijo algo de esto…

—Pues la cosa es que, en mi opinión, ningún aldeano ha entrado a este sitio.

—¿Eh? —dijo, poniendo los ojos en blanco.

—Ya sabes, pasa todo el tiempo. El típico patrón de un monstruo que vive en las montañas y pide sacrificios a las aldeas cercanas. Creo que eso es lo que pasa aquí.

—……

Parecía que aún no entendía del todo lo que le estaba diciendo.

—Posiblemente sucediese así. Este vampiro llevaba viviendo en estas ruinas desde hace mucho tiempo, y regularmente pedía sacrificios a los aldeanos. Pero es natural que los aldeanos no quisieran tener que sacrificar a nadie de la aldea. Y entonces se les ocurre. Encontrar viajeros, gente a la que no conocen, diciéndoles “por favor rescata a la gente” y enviarles aquí. Como sacrificio. En resumen, el alcalde te la ha colado.

—¡¿Quéeeeeeeee?!

—¡Aah! ¡O… oye! Guh… uuuh… ¡no me estrangules así de repente!

—¡Estoy enfadada así que esto tendrá que bastar por ahora!

—¡Pero no la tomes conmigo! Idiota…

—En cualquier caso, tendré que ir a hacerle una visita al alcalde cuando salgamos de aquí…—dijo con una sonrisa.

Lo que se le viene encima…

—Pero antes de eso, tenemos que encargarnos de ese vampiro. Venga, démonos prisa. —dije, y comenzamos a caminar de nuevo.

 

No mucho después estuvimos ante la gran puerta. Pero… ¿por qué estaría el jefe final al fondo de una gran habitación con una puerta tan grande? Bueno, lo cierto es que por muy novedoso que fuese, sería un poco triste que el jefe final estuviese acobardado metido en el baño…

—Bienvenidas…

La puerta se abrió en el momento en el que se oyó la voz. Era una gran habitación apenas iluminada (como era de esperar). El centro de la habitación estaba elevado, y en lo alto había un ataúd.

ÑIIIIIII

Lentamente, el ataúd se fue abriendo.

—… estando bajo tierra no creo que lo del ataúd sea necesario…

Al escucharme, la mano que estaba saliendo del ataúd se detuvo un momento. Pero tras un instante se recuperó y la tapa del ataúd se abrió del todo y un hombre se levantó. Era alto, tenía una larga melena dorada y llevaba una capa negra… como esperaba, todo un cliché.

—Encantado de conoceros. Soy el rey de este laberinto, el vampiro Schtaindolf. —dijo, haciendo una reverencia.

—Sí, sí, lo que tú digas. —dije con un gesto molesto. —Lo que vayas a hacer, hazlo ya.

—¡¿Cómo… cómo te atreves?!

Lo cabreé bien.

—¡De acuerdo! ¡Si así lo deseáis, os desgarraré los cuellos!

… no creo que nadie quisiera eso…

UOOOH

El cuerpo del vampiro se hinchó de poder. Todos sus músculos se expandieron, y entonces… ¡empezó a transformarse! Su forma humana se distorsionó, empezó a crecerle pelo negro por todas partes. Las orejas se alargaron…

UOOH

Habiendo completado su transformación, gritó.

¡Era un murciélago gigante!

… bueno supongo que en este punto es cuando la gente normal entraría en pánico…

A pesar de tener un gran cuerpo, de alguna manera se mantenía flotando en el aire.

—Oye.

Naga lanzó una piedra y le dio justo en la cabeza.

PUF

El vampiro cayó al suelo con su transformación deshecha.

—¡Ya… ya la habéis hecho! ¡Meros mortales! ¡En este caso, os enterraré con mi más poderosa técnica secreta!

En cuando dijo esto, puso ambas manos hacia adelante, conjurando un hechizo.

… pero si es…

—¡Vamos! ¡Flare Arrow!

Delante de sus manos, ¡pom! Apareció una única flecha de fuego del tamaño de una zanahoria.

........

—¡ADELANTE!

Al gritar, la flecha… bueno, por decirlo de alguna manera, se arrastró por el aire con la velocidad de una tortuga coja.

—¡Fuahahahahaha! ¡¿Lo véis?! ¡Os ha dado tanto miedo que os habéis quedado sin habla!

.........

Naga y yo nos quedamos mirando fijamente cómo el “Flare Arrow” se acercaba lentamente, poco a poco.

—¡Desapareced! ¡Todos los ignorantes que osáis adentraros en mi morada! ¡Fuahahahahaha! —rió el vampiro Schtaindolf con un tono agudo.

Y ya no hubo nada más que decir. Se hizo el silencio. Los tres nos quedamos en silencio, contemplando cómo el Flare arrow (¿?) se esforzaba por seguir su camino.

—¡Aaaah! ¡Está tardando mucho!

No pudiendo aguantar más la espera, ¡se acercó a la flecha de fuego y se interpuso en su camino! De repente la agarró con la mano derecha y la puso justo delante de mí.

—¡Ahora sí!

… hay que reconocer que es muy diestro en el uso del “Flare Arrow”. Nadie más podría hacer eso. Es todo un arte…

En cualquier caso, no era respetuoso que no tuviese ningún tipo de reacción ante una flecha de fuego que se me acercaba… o algo así… Saqué la espada corta que llevaba al cinto y, ¡pam! Le di un espadazo.

… ah… seguía dando vueltas tirada en el suelo. ¿Qué clase de Flare Arrow era ése?

—¡Noooooo! ¡No es posible! ¡Mi Flare Arrow…!

El vampiro vino corriendo y se agachó al lado.

—¡Ni se te ocurra cogerla!

Le di una patada en el costado.

 

—… parece que ya está…—dije, y me acerqué al vampiro-kun, que estaba atado con una cuerda imbuida en magia. —Oye Shu-chan, ¿no tienes nada más?

—Shu… Shu-chan…

—No pienso llamarte ni “vampiro” ni “Schtaindolf”. Y ya está. ¿Tienes otros tesoros?

—¡Aaaaaaah! ¡Lo… lo siento, eso es todo lo que tengo! —dijo Shu-chan con voz llorosa, habiendo cambiado su actitud después de que le diera una pequeña paliza.

—… qué se le va a hacer.

—No parece que esté mintiendo… vamos, Lina—dijo Naga mientras llevaba una alforja (cogida de algún cadáver) llena de tesoros.

—Sí…—dije, cargando con mi propia bolsa.

—La cosa es… ¿cómo volvemos? —dijo, haciendo como que estaba pensando profundamente.

Bueno, mientras podamos regresar hasta donde dejé las marcas de tiza, todo estará bien… es una molestia, pero tendré que ir con ella.

—Oye, Naga.

—¿Sí?

—¿Te diste cuenta que estuve haciendo marcas con tizas en las paredes?

—Ah, eso…—dijo con expresión molesta. —Estuve a punto de llamarte la atención por tu manía de pintarrajear indiscriminadamente.

—… ¿eh? ¿pintarrajear?

—Los borré. Todos.

GUH

—ah… aah… aaaah…

—Si es que eres aún una niña…

—¡Oye! ¡¿Qué has hecho?! ¡No era pintarrajear! ¡Eran marcas que mostraban la salida!

—¡Pues haberlo dicho a las claras!

—¡No hacía falta decir nada para entenderlo!

—¡Ni siquiera lo pensé!

—¡Deja de ser tan altiva!

Me quedé respirando fuertemente. Estaba a punto de desanimarme, pero entonces recordé algo. Me dirigí a donde estaba Shu-chan.

—No pasa nada si no tienes más tesoros, pero ¿puedes decirnos cómo salir de aquí?

Shu-chan sonrió fríamente al escucharme.

—Fu… antes de nada, déjame contaros la historia de la noche en la que llegué aquí.

—Nadie quiere oírla.

—Bueno, escuchad. Tras ser expulsado de mi tierra natal, fui vagando hasta que me topé con la entrada a estas ruinas.

—Que no, que…

—Decidí hacerla mi segundo hogar, así que inmediatamente me dirigí a la aldea y le pedí al alcalde un sacrificio mensual. Entonces me di la vuelta y me adentré en las profundidades de este nuevo hábitat…

… oye… ¿no será que…?

—El interior era más intrincado de lo que me pensaba. A decir verdad, no sé cómo llegué hasta aquí.

UGH

En ese momento… noté como si se me rompiera algo en la cabeza.

—Entonces, ¿también estás perdido?

Le sonrió a Naga, que se estaba acercando a él con un gesto de reproche.

—Fu… podría decirse así. Al parecer los sacrificios vinieron obedientemente, pero antes de llegar a donde me encontraba, acababan muriendo ellos solos y les poseían espíritus menores, convirtiéndose en zombis. Lo cierto es que desde entonces he tenido problemas para poder comer. Hahaha.

La risa del vampiro-kun fue lo último que necesitaba.

—¡Te vas a enterar! ¡Vampiro idiota!

—¡Aaaaaah! ¡Que alguien me ayude!

—¡Oye, Lina! ¡Cálmate!

 

Postdata: Nos llevó cuatro días salir.

¡Nunca volveré a ayudar a Naga con un trabajo!

Laberinto - FIN

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